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Una joya del tesoro de Athanasius Kircher: Ars magna lucis et umbrae

Carmen Roig Santos 2 de Agosto de 2011 a las 09:34 h

Foto Frontispicio

Fig. 1 Frontispicio

El riquísimo tesoro bibliográfico que conforma la obra del padre jesuita Athanasius Kircher (1601-1680), conservado en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, es ingente y heterogéneo. Abarca la China monumental, los jeroglíficos egipcios, la geología moderna, los tratados de música y acústica, numerología, matemáticas, los orígenes de las lenguas y su relación con la Torre de Babel, el Arca de Noé y el mundo acuático, el magnetismo, la astronomía... Valiosos ejemplares que incluyen  grabados monumentales en su tamaño y exquisitos en sus detalles que plasman las ideas de Kircher en imágenes. Su vida fue rica en acontecimientos y relaciones, y el Colegio de Roma de la Compañía de Jesús su centro de trabajo y estudio. [Seguir leyendo]

 

El catálogo de la exposición celebrada en esta biblioteca en el 2001-2002, Athanasius Kircher y la ciencia del siglo XVII: exposición con motivo del IV Centenario del nacimiento de Athanasius Kircher, nos introduce en su vida y en su obra. La mayoría de las obras que se hallan en nuestra biblioteca se encuentran actualmente digitalizadas. La joya ahora objeto de nuestra atención es Ars magna lucis et umbrae, publicada en Roma en 1645-1646 (BH FLL 21191), la cual destaca por el tratamiento de los cuerpos celestes, sus interrelaciones, su influencia sobre la Tierra y su relación con el cálculo del tiempo.

 

No podemos olvidar que en el siglo XVII se producen importantes avances en los estudios matemáticos, sobre todo en álgebra, teoría de los números, cálculo de probabilidades,  geometría proyectiva y cálculo infinitesimal, que servirán de base para el desarrollo de otros campos científicos. Es el siglo de las leyes de Kepler, la mecánica de Galileo, el sistema circulatorio de Harvey, la geometría de Descartes, la geología de Sténon, la óptica astronómica de Newton y la anatomía microscópica de Leeuwenhock, entre otros. Se abre el camino a la ciencia moderna, gracias a científicos que encontraron nuevos métodos de investigación, superando los prejuicios y supersticiones que igualaban ciencia práctica con magia y rompiendo las ataduras entre el conocimiento y la fe.

 

Los temas de Ars magna lucis et umbrae

Como ya se ha mencionado, el objeto principal de esta obra son los cuerpos celestes (cometas, planetas, estrellas) y su influencia en fenómenos físicos terrestres, estructurándose la misma en diez libros o capítulos.

 

En la mayor parte de ellos, el autor trata sobre distintos aspectos de la "gnomonica", ciencia que profundizaba en el estudio de la trayectoria del Sol y su aplicación en la realización de relojes solares. También se la denominó como "sciaterica" o "scioterica" y "horographia" u "horologiographia". Kircher estudia, inventa y diseña en esta obra multitud de relojes de sol de todo tipo y forma, muchos de ellos sin utilidad práctica e incluso extravagantes.

 

Color, óptica y fosforescencia son también materias tratadas en los primeros capítulos de la obra, siguiendo la estela del astrónomo Francesco Maurolico (1494-1575) y el filósofo Giovan Battista della Porta (1535-1615), autores cuyas obras también se encuentra en nuestra biblioteca. Un tema curioso estudiado desde la antigüedad y por el que Kircher también se interesa es el de la cuadratura del círculo, "problema matemático, irresoluble de geometría, consistente en hallar, con sólo regla y compás, un cuadrado que posea un área que sea igual a la de un círculo dado".

 

Se incluye también en la obra la primera imagen impresa de Saturno con sus anillos y de Júpiter y, como señalan diversos autores, Kircher toma conciencia del movimiento de los astros pero sin romper totalmente con el dogma bíblico-aristotélico-ptolomeico ni aceptar sin tapujos los descubrimientos de Copérnico o Kepler. Sus estudios astronómicos siguen la línea del astrónomo del siglo XVI Tycho Brahe, para el cual el Sol y la Luna giraban alrededor de la tierra y los otros cinco planetas giraban alrededor del Sol.

 

En Ars magna lucis et umbrae Kircher también diseña y reproduce en imágenes, calendarios, espejos de todo tipo y para todo uso, como los espejos ustorios ("espejo cóncavo de gran tamaño utilizado para concentrar en su foco los rayos solares o de un cuerpo en combustión y aprovechar con fines bélicos el gran calor que produce"), astrolabios, tablas astrológicas, juegos y efectos de perspectiva y proyecciones, así como numerosos inventos carentes de utilidad. Escribe también sobre la linterna mágica (aparato óptico para proyectar imágenes) de la cual se había hablado por primera vez en 1646 y de la que Kircher se convertirá en su ferviente divulgador.

 

Otras curiosidades de la obra:

El frontispicio calcográfico diseñado por Pierre Miotte precede a la portada, representando las cuatro fuentes de conocimiento: la Sagrada Autoridad (encarnada por la Biblia), la Razón (la cual se halla cerca de Dios, pero filtrada por el ojo interior), el conocimiento y la percepción (no provienen directamente de Dios sino del Sol, representado por el telescopio) y la autoridad profana (una lamparita que luce entre nubes de ignorancia o de lo desconocido). Se representa también a Apolo (el Sol), acompañado por el águila, y a Diana (la Luna) junto al pavo real de cola ocelada. El reloj solar diseñado en el jardín recoge la luz proyectada por el Sol y reflejada en el espejo de Diana.

Horóscopo Jesuita Universal
     Fig. 2 Hororóscopo Jesuita Universal
 

En el libro sexto de la obra se encuentra un grabado plegado con el denominado Horóscopo Jesuita Universal que muestra la hora y duración del día en todos los países. Representa el árbol de la Compañía de Jesús, un  olivo, con su tronco brotando de Roma y de la figura de San Ignacio de Loyola,  y que expande sus ramas por todo el mundo conocido, estructurado por las provincias de la Compañía de Jesús. El objeto del grabado es demostrar que la Sociedad de Jesús lleva a cabo sus obligaciones religiosas a través de la Tierra, día y noche, sin interrupción y en todas las lenguas conocidas. En los ángulos de la ilustración aparece una leyenda que se repite en treinta y cuatro lenguas: "Desde el Oriente hasta el ocaso, es venerado el nombre del Señor".

 

Tras la página 935 consta una lista de las obras publicadas por Kircher hasta la fecha y otras próximas a serlo. Algunas de ellas nunca verían la luz.

 

Nuestro ejemplar procede del Colegio Imperial de Madrid y fue donado por el autor, según consta en nota manuscrita al pie de la portada, fechada a 14 de febrero de 1646.

 

El papel de A. Kircher en la ciencia del siglo XVII

Cuando en 1643 abandona sus obligaciones docentes en el Colegio de Roma, Athanasius Kircher se dedicará plenamente a sus investigaciones y a la redacción y publicación de tratados sobre materias diversas. Su estudio se convirtió en centro de reunión de investigadores y de recepción de todo tipo de ejemplares del mundo natural (animales, plantas, fósiles), antigüedades egipcias, objetos etnológicos, obras de arte, así como aparatos científicos, lo que llevó a crear un Museo Kircheriano en el propio Colegio romano, del cual se llegaron a realizar varios catálogos, entre ellos el de Filippo Buonanni de 1709 (BH DER 4233), antes de que las piezas empezaran a dispersarse a lo largo del siglo XVIII.

 

Kircher merece ser considerado como ejemplo de la filosofía jesuítica de su época, ya que se le permitió investigar en todos los campos científicos, incluidos aquellos que tradicionalmente habían sido vinculados a procesos mágicos o los que podían cuestionar ciertos dogmas relativos al poder creador de Dios y su acción sobre la naturaleza. Pero una cosa era investigar y otra muy distinta difundir descubrimientos que pudieran resultar heterodoxos. De ahí que Kircher se convirtiera en divulgador de una ciencia, que si bien se abría a nuevos campos y caminos, no fue capaz de romper con la tradición y aceptar las conclusiones que estaban alcanzando los científicos del siglo XVII. La importancia del conjunto de la obra de Athanasius Kircher se basa entonces en el poder de la imagen para la difusión de conocimientos y enseñanzas, en la importancia de la representación de fenómenos y procesos científicos para su entendimiento y en el valor iconográfico de unas obras infolio que desde sus frontispicios resultan atractivas para el lector, al haber tenido la fortuna de contar con unos grabadores e impresores que realizaron una labor difícilmente mejorable.

 

Bibliografía

  • Athanasius Kircher: the last man who knew everything. Edited by P. Findlen. Routledge, 2004.
  • Athanasius Kircher y la ciencia del siglo XVII: exposición con motivo del IV Centenario del nacimiento de Athanasius Kircher, Madrid, 18 de diciembre de 2001-28 de febrero de 2002. [Emilio Fernández González, Catálogo y textos. Introducción Ignacio Gómez de Liaño]. UCM, 2001.
  • Godwin, Joscelyn. Atanasius Kircher: la búsqueda del saber de la antigüedad. Swan, 1986.
  • Gómez de Liaño, Ignacio. Athanasius Kircher: itinerario del éxtasis o las imágenes de un saber universal. Siruela, 2001.
  • Historia general de las ciencias. v.2, La ciencia moderna (de 1450 a 1800). 2ª parte, El siglo XVII. Publicada bajo la dirección de René Taton. Orbis, 1988.
  • Rei, Dario. La revolución científica: [ciencia y sociedad en Europa entre los siglos XV y XVII]. Icaria, 1978.
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