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"Relacion de la embaxada del Lord Macartney a la China en 1792, 93 y 94": una mirada a la China imperial

Carmen Roig Santos 6 de Septiembre de 2011 a las 15:30 h

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A finales del siglo XVIII Europa y China llevan siglos de contacto, desde los viajes de Marco Polo en el siglo XIII a los recorridos evangelizadores de misioneros cristianos en los siglos XVI y XVII, como los del jesuita Mateo Ricci. A ellos se unen los viajes de carácter comercial, con predominio español y portugués en el siglo XVI, holandés en el XVII  e inglés en el XVIII. Gran Bretaña se encuentra en plena revolución industrial y necesita dar salida a sus productos, por lo que está buscando nuevos y activos mercados. La obra de Eneas Anderson, Relacion de la embaxada del Lord Macartney a la China en 1792, 93 y 94: contiene las diversas particularidades de esta embaxada, la descripcion de las costumbres, y los usos de lo interior del pais (BH DER 4681-4682), nos describe las vicisitudes de la embajada británica enviada a China, de la que él forma parte como asistente de Lord Macartney, y el choque que se produce entre las dos culturas. [Seguir leyendo]

 

En los últimos 150 años China había estado gobernada por la dinastía Qing (1644-1911), los denominados manchúes, no pertenecientes a la etnia Han o chinos. La cultura china mantuvo los mismos principios en su estructura social desde comienzos de la dinastía Ming (1368-1644) hasta el final de la dinastía Qing (1644-1911): la presencia de un emperador, de una élite aristocrática con algunas funciones militares, de una élite burocrática reclutada a través de competitivos exámenes y una élite local, todo ello al amparo de la doctrina del confucionismo. A esos principios se unen dos constantes del siglo XVI al XIX, el crecimiento de la población y el crecimiento económico. Desde 1669 a 1796 China fue gobernada por sólo tres emperadores manchúes, que fueron administradores excepcionales y fijaron las fronteras de un país con un territorio muy semejante al actual.

 

Mientras tanto Gran Bretaña, incipientemente industrializada, necesitaba exportar sus manufacturas, por lo que, con dicha finalidad, se había instalado en la India a través de la East Indian Company, y con su llegada a China busca afianzar su presencia en el continente asiático. Vender sus productos y mantener las compras de seda y porcelana es el objetivo británico, así como conseguir un mejor precio del te, producto cuyo demanda se había incrementado considerablemente en parte de Europa. Pero los británicos se encontraron en China con un sistema económico basado en un rico comercio interior, pero con un régimen proteccionista, el Sistema Cantón, que sólo permitía a los occidentales comerciar en la ciudad de Cantón, uno de los principales puertos del mundo, con una asociación de comerciantes chinos denominada Cohong, y les obligaba a residir mientras estuvieran realizando negocios en una de las "trece factorías" o zonas de la ciudad habilitadas para el contacto con extranjeros, debiendo abandonarla una vez concluido el negocio. El único lugar de la China donde los europeos estaban autorizados a vivir era en la colonia portuguesa de Macao. Ante esta situación el gobierno británico buscará como conducir al gobierno chino a una mayor apertura comercial y a establecer un sistema de relaciones internacionales basada en la estructura europea de enviados y embajadas y en tratados comerciales y aranceles. Deseaba también establecer una oficina británica permanente en Pekín. Y bajo este contexto Lord Macartney se presenta en junio de 1793 en la corte del emperador Qianlong como enviado del rey Jorge III, con un total de 84 acompañantes, entre científicos, músicos, traductores, artistas, etc., y unas 600 cajas con instrumentos científicos, ropajes, cuchillos, cerámica Wedgwood y muchos otros regalos de elaboración británica. Lord Macartney tuvo problemas en ser recibido en la corte imperial, asentada en esas fechas en la residencia de verano, por su negativa a realizar el "kowtow", reverencia que consistía en arrodillarse y tocar el suelo con la frente ante el emperador como súbdito y vasallo y el escándalo de su negativa supuso que se redujera el tiempo de recepción de su delegación en la Corte Celestial. Superado este escollo y tras múltiples formalidades fueron recibidos por Qianlong, quien les dejó claro que no necesitaba nada de Gran Bretaña y que su país se abastecía de todo tipo de productos por si mismo.

 

Los tres años de duración de la misión británica dieron lugar a diversos libros de viajes realizados por algunos de sus miembros. Desde 1795 a 1804 se publicaron obras de William Alexander (dibujante y pintor de la expedición), Eneas Anderson, George Leonard Staunton (secretario y segundo al mando) y John Barrow (intendente de la embajada). La Relacion de la embaxada del Lord Macartney a la China en 1792, 93 y 94 de Anderson fue la primera en publicarse en 1795 y está repleta de ricas observaciones sobre la cultura y las costumbres de la vida china, así como de descripciones de la naturaleza, el paisaje o las ciudades que van atravesando. Con él viajamos a Tartaria, asistimos a las complejas ceremonias de protocolo y entrega de regalos, navegamos por el río Amarillo, y visitamos las principales ciudades del país (Pekín, Macao, Cantón, etc.). La pesca, la agricultura, la navegación en "joncos", los astilleros, las montañas, o la descripción de los palacios son temas que llegan gracias a su pluma al lector europeo de finales del siglo XVIII. Como ejemplo su descripción de la Gran Muralla en su primer encuentro:

 

"Este monumento es quizá la obra mas espantosa que ha salido de la mano de los hombres. Su longitud se creia ser de mas de mil y doscientas millas. Su altura en el parage en que yo estaba, porque varía segun el terrero, pasaba de treinta pies, y tenia unos veinte y quatro de grueso. La parte inferior es de piedra de sillería, y lo restante de ladrillo. La cima cubierta con un poco de tierra, está empedrara de losas. Por uno y otro lado hay un parapeto de tres pies de grueso."

 

Un breve compendio de gramática china se incluye al final de la obra a modo de apéndice. La obra se tradujo pronto a otros idiomas europeos, saliendo a la luz la edición española, en tres volúmenes, en la imprenta madrileña de Torres y Brugada en 1798. La Biblioteca Complutense posee tres ejemplares del segundo tomo y uno del tercero pero carece de ejemplares del primero.

 

La falta de éxito de la embajada de Lord Macartney fue sólo un paso más hacia el distanciamiento que se produciría a lo largo del siglo XIX entre una China anclada a la tradición y la Europa industrial que la supera en recursos y tecnología. Y el distanciamiento llevaría a la confrontación, la primera de las cuales sería la Guerra del Opio en 1840-1842.

 

Bibliografía:

  • China on paper: European and Chinese Works from the Late Sixteenth to the Early Nineteenth Century. Edited by Marcia Reed and Paola Demattè. Los Ángeles, Getty Research Institute, 2007.
  • Ebrey, Patricia Buckley. Historia de China Cambridge. Madrid, La Esfera de los libros, 2009.
  • Peterson, Willard J. The Cambridge history of China. Cambridge University Press, 2002.
  • Peyrefitte, Alain. El imperio inmóvil o el choque de los mundos. Barcelona, Plaza y Janes, cop. 1990.
  • Torres Santo Domingo, Marta. Viajes de papel: la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid y su colección de libros de viajes. Madrid, Sociedad Geográfica Española, 2008.
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