El pasado 25 de noviembre ha muerto Don Francisco Guerra Perez-Carral, a la edad de 95 años, después de una larga y fecunda vida. Médico, profesor, bibliófilo, autor de numerosos libros, fue, sin duda, uno de los mejores y más generosos amigos de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, a la que quiso dejar su legado más preciado, su magnífica biblioteca privada. [Seguir leyendo]
Nacido en Torrelavega (Cantabria), en 1916, sus estudios en España y en otros países dieron como resultado la obtención de dos doctorados en Medicina, más otros en Ciencias, en Historia y en Filosofía. La tragedia de la Guerra Civil, y los avatares de la política, le llevaron al exilio mejicano, donde ejerció la docencia de Farmacología en la UNAM, y comenzó a desarrollar la pasión de su vida, la adquisición de libros para formar una gran biblioteca. Trasladado a Estados Unidos, continuó enseñando Farmacología en la Universidad de California, y seguidamente pasó como Profesor de Historia de la Medicina a la Universidad de Yale, materia que también impartió en el Wellcome Institute de Londres. Vuelto a España, aunque nunca perdió el contacto directo con su patria, continuó enseñando Historia de la Medicina en la Universidad de Cantabria y en la de Alcalá de Henares, de la que fue Vicerrector y posteriormente, tras su jubilación, Profesor Emérito. Fue nombrado Hijo predilecto de Torrelavega en 2008.
Fueron muchas sus aportaciones a la ciencia médica, llegando a escribir más de setenta libros y monografías y trescientos artículos, especialmente sobre la medicina americana y filipina abordada desde distintos aspectos: farmacología, historia, bibliografía, biografías de médicos, hospitales, educación, epidemiología, etc. (ver su bibliografía en CISNE). De toda su magna obra quiero hoy destacar dos libros por ser muy representativos de su pasión vital.
El primero es la Bibliografía médica americana y filipina (Madrid, Ollero Ramos, 1998), en la que incluye la producción bibliográfica médica en todos los países de América y Filipinas desde el establecimiento de la imprenta hasta su independencia (Ver en CISNE). Con esta obra, muy ligada a la bibliofilia y a su pasión por los libros, Francisco Guerra recogió la tesis de Menéndez Pelayo de que el medio más adecuado de promover el florecimiento de la ciencia española es la formación de inventarios bibliográficos.
La segunda obra es La medicina en el exilio republicano (Alcalá de Henares, Universidad, 2003), reflejo de su pasión política (Ver en CISNE). Con ella quiso cumplir con su compromiso con los ideales de la República española que defendió, y recordar a sus compañeros caídos en la Guerra Civil, a los médicos de otros países que apoyaron la República y, sobre todo, a los médicos republicanos que salieron al exilio y los del exilio interior, que habían sido excluidos de la historia cultural de España. Precisamente Francisco Guerra fue el único de los profesores depurados que pudieron asistir al homenaje que la Universidad Complutense de Madrid les hizo en el año 2006.
A lo largo de su vida Francisco Guerra fue creando, con grandes esfuerzos y sacrificios, una biblioteca ejemplar que llegó a tener casi 5.000 ejemplares. En el año 2006 quiso darle a su biblioteca privada, para evitar su dispersión y su salida de España, un destino que le honra y en un acto de gran generosidad, decidió depositarla en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, con el fin de ponerla al servicio de la docencia y la investigación públicas. Con este acto, en el inicio del siglo XXI la Biblioteca Complutense recibió el más valioso de los legados privados en sus cinco siglos de historia y abrió sus depósitos para guardar la colección formada por el doctor Francisco Guerra.
Como dijimos en aquella ocasión, no es fácil encontrar palabras para calificar esta colección. Única, exquisita, rara, valiosísima, irrepetible, excepcional, serán adjetivos que usaremos constantemente en los años venideros según vayamos investigando los ejemplares de la colección. Y es también muy difícil ponderar la personalidad de Francisco Guerra y su decisión de dejar a la Biblioteca Complutense su biblioteca. Un acto de esta naturaleza sólo pudo nacer de un espíritu inteligente, generoso, provocador, estimulante y, sobre todo, amante de la ciencia y enamorado apasionado del conocimiento. Serán necesarios muchos años de estudio para ir desentrañando los misterios que habitaban en el alma del creador de esta biblioteca.
Como bibliotecarios de la Universidad Complutense, somos conscientes de la enorme responsabilidad que contrajimos con Francisco Guerra y con toda la comunidad universitaria. Es nuestro deber conservar para la posteridad estos libros, ponerlos a disposición de todos los investigadores, y recordar siempre el nombre de aquel que ha creído en los libros como fuente de conocimiento y en nuestra biblioteca como depositaria de su legado. Próximamente, comenzaremos a hacer una valoración de las investigaciones llevadas a cabo estos 5 años basándose en la colección de Francisco Guerra.
Pero los que le conocimos personalmente contamos con un regalo añadido: el recuerdo de una persona excepcional. He tenido la fortuna de tratarle en diversas ocasiones, bien en la Biblioteca Histórica o, las más de las veces en su domicilio particular, cuando nos invitó a conocer su biblioteca, cuando más tarde preparábamos el traslado o, ya con la colección en la Biblioteca Histórica, cuando le visitaba para llevarle algún libro o algún trabajo sobre sus ejemplares.
Todavía recuerdo la impresión de entrar en aquella habitación llena de hermosos ejemplares encuadernados en pergamino o en piel y ver escrito en el lomo de uno de ellos, Hakluyt, Principall navigations (Ver en CISNE). Había leído mucho de ese libro, conocía su importancia, sabía que no había ningún ejemplar en España y, siempre pensé, como de tantos otros libros, que nunca lo vería; de repente, en una casa particular de un viejo profesor republicano allí estaba, acompañado de miles de libros del mismo valor; hoy, varios años después, esos libros descansan en el depósito de la Biblioteca Histórica.
Cuando preparábamos el catálogo de Una biblioteca ejemplar: Tesoros de la colección Francisco Guerra (Madrid, Ollero, UCM, 2007, ver en CISNE), que fue la primera presentación pública de una selección de sus obras (ver exposición virtual), visité muchas veces a don Francisco y me contó multitud de anécdotas sobre sus libros, cómo los fue consiguiendo, los libreros a los que compraba, curiosidades de algunos, etc.. Eran historias tan interesantes que me parecía que debía compartirlas con todos nosotros por lo que, tras mucha insistencia, conseguí convencerle de que escribiera alguno de sus recuerdos:
"Creo que mi amor por los libros antiguos surgió el día de mi cumpleaños en febrero de 1931, cuando vino a comer a casa el P. Cascón S. J., bibliotecario de la Universidad de Comillas y trajo como regalo un ejemplar de La Eneida de Publio Virgilio Maron (70-19 a.C.) en edición veneciana del siglo XVIII que parecía acababa de salir de las prensas. A partir de entonces mi bibliofilia...".
Así comenzaba un relato que continuará durante siglos en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid.
Don Francisco Guerra, nunca te olvidaremos y, como te despedías siempre de mí, un saludo cariñoso.