Inicio Biblioteca Complutense Catálogo Cisne Colección Digital Complutense

El uso de las cotillas, una moda perjudicial según el doctor Martínez Galinsoga

Carmen Roig Santos 2 de Octubre de 2012 a las 10:43 h

Conserva la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense dos ejemplares de un curioso librito, Demostración mecánica de las enfermedades que produce el uso de las cotillas (BH MED 10503 y BH MED Foll.364) compuesto por Mariano Martínez Galinsoga y editado en Madrid en 1784. El autor quiere llamar la atención del público en general, a través de las páginas de su opúsculo, de su preocupación por una serie de enfermedades aparecidas en las mujeres de Madrid. Deduce a través de sus investigaciones, que la causa de todos esos males proviene de la presión que ejercen sobre los órganos del cuerpo las cotillas, que conducen al estrangulamiento y descolocación de los mismos. Crítica el uso de dicho atavío, señala su caída en desuso en Europa, y constata la ausencia de dichos problemas entre las mujeres de entorno rural. Mariano Martínez Galinsoga sería médico de cámara de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, desde 1791, y como curiosidad señalar que su apellido fue dado como nombre a un género de plantas con flores de la familia Asteraceae, las Galinsoga. [Seguir leyendo]

 

Pero, ¿que eran las cotillas?

 

El afán por controlar las formas femeninas, dio lugar a la aparición en el siglo XVI de los corpiños interiores, a los que sucederían las cotillas de los siglos XVII y XVIII, los corsés del XIX, y los ajustadores o sostenes del siglo XX. Hasta el siglo XVIII la ropa femenina era pesada, con trajes cerrados que solo dejaban al descubierto cabeza y manos. Pero es en ese siglo cuando la mujer se atreve a mostrar su silueta, abriendo el escote y desnudando los antebrazos. Para lograrlo se utilizó la cotilla, especie de corsé que se colocaba encima de la camisa, prenda que cubría la piel hasta más abajo de la rodilla.

 

Amelia Leira Sánchez nos describe la ropa interior de la mujer española durante el siglo XVIII, sobre la cual se colocarían después los distintos ropajes que conformaban el vestido:

 

"Pegada a la carne llevaban la camisa, larga hasta debajo de las rodillas y con mangas.

De la cintura a los tobillos, enaguas, y debajo, nada. Las dos prendas estaban hechas con tela de lino, más o menos fina.

Sobre el torso se usaba un cuerpo con ballenas, sin mangas, atado con cordones y terminado en haldetas para poder adaptarlo a la cintura: la cotilla. Sobre las caderas, un armazón hecho con ballenas o con cañas que ahuecaba las faldas en los costados: el tontillo.

Sobre las piernas, medias de seda, lana u algodón, que tenían menos importancia que las de los hombres, pues no se veían casi nunca".

 

La cotilla era corta, del pecho a la cintura, sin mangas, armada con ballenas, se ataba con cordones a la espalda y terminaba en las denominadas haldetas, piezas que colgaban desde la cintura para ajustarse al torso y abrirse en la cadera.

 

La cotilla limitaba la vida de la mujer pues no podía vestirse sola, y estaba incapacitada para realizar ejercicio físico por la imposibilidad de moverse libremente. La ropa interior tenía también la función de recoger el sudor y suciedad del cuerpo, ya que en aquella época no se práctica la higiene diaria y solo se lavaba periódicamente la camisa que estaba en contacto con la piel. La falta de lavados se suplía con polvos y perfumes.

 

 

 

Bibliografía:

 

Bookmark and Share
Ver todos los posts de: Carmen Roig Santos

Comentarios - 0

No hay comentarios aun.


Universidad Complutense de Madrid - Ciudad Universitaria - 28040 Madrid - Tel. +34 914520400
[Información - Sugerencias]