Finalizada la expedición organizada por la Academia Francesa para medir el arco del meridiano, Jorge Juan regresa a España en 1746. Tras la publicación de las obras resultantes de dicha expedición, Ensenada encomendó a continuación a Jorge Juan y a Ulloa tareas individualizadas mucho más comprometidas. Jorge Juan sería vinculado a sus proyectos para reforzar y desarrollar la Armada, convirtiéndose en el responsable de la construcción naval entre 1750 y 1769. Este periodo se caracteriza por la introducción de técnicas inglesas, aunque la función de Jorge Juan fue decisiva, orientando y reunificando los diseños. La gran tradición de construcción naval española del siglo XVI, con el galeón como nave emblemática, había ido cayendo en la segunda mitad del XVII, llegándose al siglo XVIII casi sin barcos. España necesitaba contar con una Marina importante para defender el tráfico comercial con las colonias de ultramar, pues sufría el acoso permanente de otras naciones, en especial de Inglaterra, cuyo poderío naval era muy superior en esta época. Gracias a la política gestada por los primeros Borbones para potenciar la construcción naval, España llegó a ser a lo largo del siglo la tercera Marina de Europa, y en algunos momentos incluso la segunda. [Seguir leyendo]
Buscando introducir técnicas constructivas nuevas, Ensenada enviará a Jorge Juan a Londres en 1749 para hacer espionaje científico e industrial. El objeto de esta misión era recoger información sobre los astilleros y la flota inglesa y contratar a técnicos ingleses para que trabajasen en nuestros arsenales, formando a nuevos técnicos. Pero el ministro no solo se interesaba por la organización de los arsenales y la construcción naval, sino que buscaba conocer la política marítima de la primera potencia naval europea, la gestión de la Marina y su relación con la industria, el transporte y el comercio marítimo. Jorge Juan, ya conocido internacionalmente como científico, acudió supuestamente a Londres para estudiar matemáticas, donde sería nombrado miembro de la Royal Society con todos los honores. Pero al mismo tiempo, valiéndose de distintos disfraces y de varios nombres falsos, hacía espionaje industrial. De este modo visitó varios astilleros y realizó planos de los mismos, consiguió la documentación de un navío, que sirvió de punto de partida para nuevas construcciones, compró libros e instrumentos modernos de navegación, y contrató a varios maestros en maderas y jarcias, que salieron del país de manera clandestina.
Ensenada adjudicó a Jorge Juan la responsabilidad de la construcción naval, además del diseño y control de los diques, de las obras de los arsenales y de la organización de éstos. En Madrid, Jorge Juan estableció una Junta de Construcción, que presidía él mismo, en la que se discutían y aprobaban los diseños que luego pasaban a los astilleros. Frente al modelo de construcción inglés, que creaba barcos de difícil maniobrabilidad, muy pesados por el exceso de armamento que portaban, Jorge Juan es partidario de barcos más grandes, y más ligeros, por su menor armamento, para conseguir mayor movilidad. Introdujo cambios en la distribución del casco y una mejor distribución interior, para conseguir barcos más fuertes y a la vez más ligeros. Para ello estableció un conjunto uniforme de reglas y redactó el Nuevo general método de construcción para los Reales Astilleros.
El de La Ensenada era el plan de construcción naval más ambicioso de la historia de España, y tuvo un enorme impacto ambiental, puesto que cada barco era un verdadero bosque flotante. Merced a la Ordenanza para la conservación y aumento de los montes de Marina de 1748, se hicieron severas cortas y talas en nuestros bosques. En 1752, solamente en cuatro años, ya se había cortado madera suficiente para hacer 70 navíos. Testimonios coetáneos hablan del tremendo derroche que supusieron estas cortas*.
Este programa naval estuvo respaldado por la reactivación de los arsenales. Jorge Juan proyectó las reformas de la construcción de los arsenales de Cartagena y Cádiz, y planificó el nuevo arsenal de Ferrol. La modernización de los astilleros conllevaba la construcción de diques secos de carena, innovación que permitía aumentar notablemente la duración de los buques. A estas reformas se sumaban las mejoras en la administración y organización de los mismos, para convertirlos en centros de producción masiva, y atender la demanda de la política naval.
A partir de 1765 tuvo la competencia del constructor de navíos Gautier, que introdujo un modelo constructivo en el que primaba la velocidad sobre la estabilidad. Este sistema francés acabaría imponiéndose en nuestra Armada en 1769.
En 1771 Jorge Juan publica Examen Marítimo Theórico Práctico o Tratado de Mechánica aplicado a la construcción, conocimiento y manejo de los navíos ... [BH FG 526 Tomo I; BH FG 527 Tomo II] obra sobre la construcción naval a partir de fundamentos científicos, que debió escribir probablemente veinte años antes. El de Jorge Juan es uno de los cuatro tratados navales de carácter científico publicados en el siglo XVIII en Europa, y es sin duda, la mejor de todas sus obras. Fue traducida al inglés, francés e italiano. La construcción naval veía en aquella época la introducción de novedades teóricas en mayor medida que otros sectores debido a dos motivos. Uno, la importancia de la marina, tanto en su vertiente militar como en la comercial, que motivó el interés político de los distintos estados en mejorarla. El otro, la propia singularidad de los barcos, máquinas que se movían entre dos fluidos, que atraía el interés de los científicos para aplicar la nueva ciencia de la mecánica en su rama de hidrodinámica.
El Examen marítimo...es una obra en dos volúmenes muy distintos. El primero es un tratado de mecánica aplicada a los fluidos, organizado como una obra científica, muy semejante a los Principia de Newton, que incluye también bases teóricas propias, que Jorge Juan justifica en su experiencia. El barco de vela y de madera planteaba unos problemas propios, en relación con su comportamiento en el mar, la estabilidad y la maniobrabilidad. La motivación de Jorge Juan para escribir este libro fue más científica que la de resolver los problemas propios de la arquitectura naval. Investiga la validez de las observaciones publicadas en otros tratados de construcción naval, y al observar que no se podían verificar en la práctica de la resistencia de los fluídos, decide hacer sus propias investigaciones y aclarar las cuestiones críticas.
El segundo volumen se refiere a su aplicación naval, y se asemeja a otros tratados de construcción naval, como el de Bouguer. Analiza y contrasta los datos reales de los navíos de 70 y 60 cañones y de una fragata de 22, del sistema de construcción que él mismo propusiera, lo que aporta a este libro un gran valor añadido. Es una obra en la que se manifiestan sus amplios conocimientos matemáticos, su intuición como ingeniero y sus saberes como marino, y constituye un buen ejemplo de cómo se insertaba la ciencia en la ingeniería, tanto como lo permitía el limitado desarrollo que tenía aún la hidrodinámica.
*En el Año Mundial de los Bosques: la política y la legislación forestal en la España Ilustrada
Bibliografía
- Lafuente, A.; Peset, José Luis : Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, en Melanges de la Casa de Velázquez, Madrid, 1981
- Sánchez Carrión, José María, "Ingeniería naval e ingenieros navales. Jorge Juan y los ingenieros de Marina" en Jorge Juan y Santacilia, Madrid, 2010
- Simón Calero, Julián, "Construcciones, ingeniería y teóricas en la construcción naval", en Técnica e ingeniería en España, 2, El Siglo de las Luces, de la ingeniería a la nueva navegación, Zaragoza, 2005
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Véase además: