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Un estuche de arte para la Tesis Doctoral de Severo Ochoa

Javier Tacón Clavaín 10 de Enero de 2014 a las 15:31 h

En 2009 se realizó una nueva encuadernación para la tesis doctoral de Mario Vargas Llosa. En ese momento comenzamos una nueva línea de trabajo consistente en el enriquecimiento de las tesis doctorales complutenses de personajes ilustres, con estuches o encuadernaciones de arte, sin olvidar el propósito fundamental: su conservación para la posteridad. En el contexto de este proyecto, la siguiente tesis seleccionada ha sido la de otro premio Nobel: Severo Ochoa. El estuche  realizado se expone en la Biblioteca Histórica del 10 de enero al 28 de febrero. [Seguir leyendo]

 

La Tesis de Vargas Llosa tenía una encuadernación muy deteriorada, de los años 70, y decidimos sustituir la encuadernación. Sin embargo, la tesis doctoral de Severo Ochoa mantiene intacta la encuadernación original de 1934, por lo que optamos por diseñar y elaborar un estuche que respete el formato original de la tesis.

 

Nuestro encuadernador, Agustín Ramos, pensó en un diseño basado en el Gingko Biloba, un árbol muy peculiar, incluyendo hojas reales de esta especie. La elección se debía exclusivamente a la fascinación que el árbol le produce, por el color dorado de las hojas en otoño y por la carga simbólica que representa. No en vano, el Gingko es una especie muy poco común, un fósil viviente, que puede encontrarse en el registro de fósiles del Pérmico, hace 270 millones de años. Fue preservado en templos budistas por su carácter mitológico, salvándose la especie de la extinción que, al parecer, sí se produjo en el medio natural.

 

La primera noticia de la supervivencia de la especie, que en aquel momento se consideraba extinta, es traída a  Europa por el alemán Engelbert Kaempfer, quien en sus viajes por templos budistas de Japón descubre el Gingko y lo describe en su obra: Amoenitatum exoticarum politico-physico-medicarum impresa en Lemgo en 1712, obra de la que existe un valioso ejemplar en esta biblioteca (BH FG 3522). , que contiene un grabado que representa las hojas, fruto y semillas de la especie. Kaempfer, además, trae semillas y planta el primer ejemplar europeo en el jardín botánico de Utrecht, donde aún puede ser admirado. Actualmente es una especie bastante presente en parques y jardines europeos.

 

La leyenda de este árbol se acentuó tras la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945: un Gingko situado a tan sólo 1 Km del impacto, resistió las altas dosis de radiación y las temperaturas extremas y brotó en la primavera siguiente, menos de un año después del impacto. También sobrevivieron otros ejemplares situados algo más lejos de la bomba. Esta resistencia a las radiaciones ionizantes llevó a la comunidad científica a estudiar esta circunstancia para desarrollar medicamentos que, entre otros efectos, mitigan las reacciones adversas de los tratamientos de radioterapia.  Uno de los investigadores más exitosos en este campo fue  Mirko Beljanski, que desarrolló el BYOPARIL cuyo principio activo  se aísla de las hojas doradas del Gingko Biloba. Para nuestra sorpresa, Beljanski trabajó durante dos años (1956-1958) en la Medical School de Nueva York, bajo las órdenes del profesor Severo Ochoa, así que ya tenemos una pequeña conexión indirecta entre el Gingko y nuestro Premio Nobel.

 

Los primeros diseños para el estuche son realizados por Thaís Santos, que en aquellos momentos se encontraba en nuestro taller como colaboradora. Los detalles del diseño, construcción y decoración del estuche, se encuentran publicados en el Documento de trabajo 2014 - 01 de esta biblioteca.

 

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