El primer alfabeto árabe que apareció en un libro de tipos móviles, en época incunable, no es producto de la nueva técnica que Gutenberg dio a conocer, sino que se realizó por medio de la xilografía. Tampoco este alfabeto es fenómeno aislado ya que en la obra en la que aparece también se incluyen otros alfabetos distintos al latino: el hebreo, siríaco, griego y etíope. El árabe, por tanto, es uno más y su inclusión es un elemento más del propósito y alcance que tenía esta obra cuando se publicó. Para conocer el por qué de la inclusión de estos alfabetos y otras ilustraciones realmente interesantes hay que conocer un poco su historia. [Seguir leyendo]
En 1486, apenas treinta años después de la aparición de la imprenta, aparece una obra impresa por Erhard Reuwich en Maguncia. Se trata de una edición que se puede considerar un betseller de aquella época, con diez ediciones, en seis lenguas distintas, en doce años. El autor es el diácono Bernhard von Breydenbach y lleva por título Peregrinatio in Terram Sanctam, producto de sus impresiones de viaje a la zona conocida ahora como Oriente Próximo. Se trata de la primera guía para el viajero impresa en Europa, que ganó el favor del público de entonces y fue objeto de traducciones a muchas de las lenguas europeas.
El autor no viajó solo pues llevaba varios compañeros de viaje, entre los que se encontraba un artista, Erhard Reuwich, un grabador que habría sido el diseñador de las planchas del libro. En su viaje, autor, artista y resto de acompañantes pasan por Venecia, Corfú, Creta y Roda hasta llegar a Jerusalén, por lo que a lo largo de su trayecto toman contacto con otras culturas y otras lenguas.
El libro impreso, resultante de esa experiencia viajera, incluye varias ilustraciones interesantes producto de la "observación directa" de ciudades y plantas, personajes típicos y alfabetos, de los que incluye siete: 1. árabe; 2. hebreo; 3. griego; 4. caldeo; 5. copto; 6. armenio; y 7. abisinio. Todo ello hallado en el viaje a Tierra Santa, el fotoperiodismo de la época.
Lo que a nosotros nos interesa de dichas ilustraciones es la aparición de un alifato, alfabeto árabe, en la página 185. En cuadro de nueve columnas por ocho filas se muestran 31 formas diferentes de las letras donde en varias filas se combinan: 1) nombre en latino; 2) forma de la letra. Hay 5 x 2 cuadrados que aparecen vacíos en las dos últimas filas.
Sin embargo, como apuntábamos anteriormente, este primer alifato no es producto de la invención de tipos móviles sino de la xilografía, es decir, grabado sobre madera, una técnica más primitiva que intentaba dar solución a un afán de divulgación masiva. Es indudable que el artista aprovechó sus habilidades para grabar sobre la madera las formas de las letras árabes, tras su contacto con el árabe levantino. Son formas indudablemente toscas, producto de alguien no experto en la lengua árabe, pero se muestra un interés en ofrecer información al lector de algo que no se conoce. Se ha considerado más bien como una ilustración, y teniendo en cuenta que su autor fue un artista no está mal el considerarlo así.
Por otra parte, los tipos móviles utilizados en la obra son de Peter Schöfer pero todavía es demasiado pronto y no se ha hallado el medio para producir individualmente los tipos que reprodujeran el árabe. Esta lengua semítica se presenta especialmente complicada con unas peculiaridades que la convierten en una lengua singular. En primer lugar se escribe de derecha a izquierda y cada una de sus 28 letras adopta hasta cuatro formas, según la posición en la que aparezca escrita en la palabra (inicial, media, final y aislada), por lo que se necesitaban muchas letras para completar las obras.
Siguiendo el rastro de esta obra, comprobamos que se publicó otra edición años más tarde en España, en el año 1498, traducida al español por Martínez Ampiés y salida de la imprenta de Pablo Hurus, un impresor alemán radicado en Zaragoza. La Biblioteca Histórica de la UCM posee, entre sus tesoros incunables, un ejemplar de dicha obra (BH INC FL-77, ver nota en Tesoros de la BH).
Hurus no sólo se limitó a hacer traducir el texto del canónigo de Maguncia, sino que hasta logró algunas de las primeras planchas originales del propio Reuwick, más de veinte, traídas de la ciudad alemana en el proceso de intercambio de planchas que tan característico fue de la imprenta española. Esta edición de Hurus se caracteriza, además de por su alta calidad técnica, por el gran número de ilustraciones empleadas que, con más de noventa y dos grabados, la convierten en uno de los incunables españoles más profusamente ilustrados.
En relación con el alfabeto árabe, en el Fol CXXr aparece la imagen del alifato. A primera vista parece que se trata del mismo alfabeto de la obra original pero incluye ligerísimas diferencias, que a simple vista son difíciles de percibir, incluso a los más avezados:
- La primera letra, el alif ha cambiado. En vez de aparecer con una ligera curva inclinada hacia la izquierda en la parte inferior, y coronada por una pequeña raya inclinada en la parte de arriba, en el impreso español la letra aparece completamente recta, sin adicciones ni florituras que la modifiquen.
- El punto inferior de la letra ba', tampoco parece que sea la misma del original alemán.
El resto del alifato parece que es el mismo. No cabe duda que la plancha xilográfica original fue modificada. Rodeando la imagen se encuentra una orla que también rodea la imagen de la parte de arriba que muestra cinco figuras. Estas dos orlas no aparecen en la edición de Maguncia de 1486, sino que son propias de la imprenta Zaragoza [Ver imagen superior].
Siete años después, el cinco de febrero de 1505, y por orden de Fray Fernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, es cuando aparece la obra de Pedro de Alcalá Arte para ligeramente saber la lengua araviga en Granada, en el taller de Juan de Varela de Salamanca, que ha sido considerada como la primera obra que presenta un alfabeto árabe en España. Es decir que la obra de Breydenbach se adelanta en siete años a lo que se consideraba la aparición del primer alifato impreso en España. De esta obra de Fray Fernando de Talavera también la Biblioteca Histórica posee un ejemplar (BH FOA 154(1)).
El libro contiene, en la página 38, una imagen xilográfica de otro alifato árabe, un poco diferente al anterior. Las letras se presentan rudimentarias, como las de la época, y configuran un peculiar alifato cúfico transcrito a partir de una magnífica caligrafía magrebí.
Es un cuadro bastante completo: 58 formas diferentes de las letras. De muchas de ellas que ligan por la izquierda se presenta la forma inicial y aquella que une por la izquierda. De la kaf, la mim, el 'ayn, la gayn y el lam-alif y la ya' presenta, por el contrario, tres formas diferentes. De la ha' presenta cuatro formas. Es reproducción bastante fiel de la letra magrebí en uso en aquella zona.
Sin embargo apenas hay más letras árabes en el texto, solo cuando se explican las consonantes.
Esta obra tiene en su haber el ser citada constantemente cuando se trata de hacer una nómina de los estudios gramaticales realizados por autores europeos en los albores de la imprenta.
Algunas de estas consideraciones y otros muchos aspectos de la imprenta árabe aparecen en la reciente publicación Catálogo de fondo antiguo con tipografía árabe, elaborado por Nuria Torres Santo Domingo, Juan Manuel Vizcaíno y Miren Ibarra Ibaibarriaga bajo la edición de Luisa Mora Villarejo, publicado por la AECID, 2014. Dicha obra ha sido objeto de una nota en este mismo blog Folio Complutense.