En el siglo XVIII la cristalografía recibió el impulso decisivo para convertirse en una ciencia al contribuir al desarrollo de la mineralogía. En efecto, la mineralogía se convierte en ciencia autónoma en la segunda mitad del siglo, al independizarse del dominio de la química y de la física, y en ello la cristalografía jugó un papel fundamental. El motivo estribaba en que en el estudio de los minerales se otorgó una especial importancia a las formas geométricas que presentaban. Debido a ello, la aparición en 1772 de la obra de Jean-Baptiste-Louis de Romé de L'Isle, Essai de Cristallographie, fue fundamental en la historia de la mineralogía. [Seguir leyendo]
Romé de L'Isle nació en el Alto Saona en 1736. En 1757 entró al servicio de la Compañía de Indias y pasó largas temporadas en Pondichery (India), China y Sumatra. En estos países exóticos pudo obtener numerosas muestras de minerales que llevó consigo a Francia en 1764. A su regreso estudió Química en Paris, y entró en contacto con el coleccionista español Pedro Franco Dávila, que había empleado su fortuna en reunir objetos naturales de origen americano. Romé redactaría el tomo segundo del catálogo razonado de esta colección, que, comprada posteriormente por el gobierno español, daría lugar al Gabinete de Historia Natural de Madrid. Romé catalogó posteriormente otra importante colección, la los Fosters, viajeros alemanes. La realización de estos catálogos le proporcionó la base para redactar la citada obra Essai de Cristalographie, que apareció poco después, en 1772.
En su obra, Romé fijó su atención en las formas regulares y constantes de los cristales. Describió las formas de ciento setenta y cinco cristales, haciendo observar que todas ellas se podían obtener por truncamiento de las seis formas esenciales (tetraedro, exaedro, octaedro, romboedro, dodecaedro, icosaedro). Ocho años después de su publicación, comenzó a preparar una segunda edición, en la que se proponía describir más de 500 nuevos cristales. La proyectó como una obra ilustrada, costeada por suscripción, con grabados que reprodujesen los más de 400 modelos de cristales de su colección en barro cocido. El grabador solicitó una copia de éstos en arcilla, que Romé encargó a sus discípulos Carangeot y Lermina. La tarea no era fácil: para reproducir fielmente los cristales, había que medir los ángulos de sus caras con la suficiente precisión. Hasta aquel momento la única forma de medirlos era mediante una cartulina que se iba recortando hasta que la escotadura se ajustase exactamente sobre las dos caras del diedro. Este método era lento e incómodo, y a veces no permitía reproducir las formas de algunos cristales. Para conseguir mayor precisión Carangeot inventó el goniómetro, que consistía en un transportador de 180º provisto de una especie de compás cuyos dos brazos se abrían a partir de un dial giratorio colocado en el centro de aquél. El uso del goniómetro permitió a Carangeot descubrir el valor constante de los diedros de los cristales de un mismo tipo, descubrimiento que publicó en sus Observations sur la Physique, que publicó en marzo de 1783. Carangeot comentó su experiencia a su maestro Romé de L'Isle, que verificó sus mediciones y constató estos valores constantes. En el mismo año publicaba la reedición de su obra, con el título algo modificado: Cristallographie, ou Description des formes propres à tous les corps du regne minéral dans l'état de combinación saline, pierreuse ou metallique. En el prefacio se refiere a la importancia del goniómetro inventado por su discípulo, que le había permitido efectuar mediciones suficientes para poder afirmar que la primera ley de la cristalografía formulada por Steensen o Steno, era válida para todos los cristales, no sólo los de cuarzo y hematites.
La obra de Romé tuvo gran éxito en los círculos científicos, a pesar de contar con la oposición de una figura de tanto peso en los estudios de Historia Natural como Buffon. En el volumen segundo dedicado a mineralogía de su Histoire Naturelle (Histoire naturelle des minéraux / par M. le Comte de Buffon, Paris : de l'Imprimerie Royale, 1783, [BH FLL 20390] )se puede leer que las formas cristalinas no son constantes.
A pesar de la oposición de Buffon, Romé de L'Isle contó con muchos discípulos. Sus ideas fueron difundidas desde la Escuela de Minas de Paris y en los cursos impartidos por Daubenton en el Jardín Botánico, a cuyas clases asistió Haüy, a quien se debe el enunciado de la 2ª ley de la cristalografía.
La Cristallographie ou Description des formes propres à tous les corps du regne minéral dans l'état de combinaison saline, pierreuse ou métallique ... Paris : de l'Imprimerie de Monsieur, 1783 (BH FOA 4168-4171) es una obra en cuarto, publicada en cuatro volúmenes. La Biblioteca Histórica conserva dos juegos de ejemplares de esta obra. Uno completo, encuadernado en pasta, con sello del Colegio de San Fernando, procedente de la Facultad de Farmacia, y otro falto del cuarto volumen, procedente de la Facultad de Matemáticas, con ex-libris de G.w.F Gregor y encuadernado en piel.
Algunos de estos ejemplares formaron parte de la exposición organizada por la Biblioteca de la Facultad de Geológicas en 2010.
Bibliografía
- Los modelos cristalográficos. "Protagonistas de excepción en el nacimiento de una ciencia" [Recurso electrónico]. Jean Baptiste Romé de l'Isle (1736-1790), colección de "modelos de arcilla"[1783] : Exposición 6 de abril - 28 de mayo de 2010 [en la] Biblioteca de la Facultad de Ciencias Geológicas (UCM) Madrid, 2010
- Vera, Francisco. Historia de la Cultura científica. 5, La ciencia racionalista, Buenos Aires, 1969
Recursos
- Tomé López, César, Breve historia de la cristalografía [http://edocet.naukas.com/categoria/bhc/]
Ver también en Folio Complutense:
- En el Año Internacional de la Cristalografía: I, La prehistoria de la ciencia cristalográfica
- En el Año Internacional de la Cristalografía: II, De Kepler a Steno, pasando por los experimentos de Robert Hooke
- "Cristallographie" de Jean Baptiste Romé de l´Isle: préstamo a exposición