El conocimiento científico es algo más que un conocimiento técnico que nos ayuda a resolver problemas y que solo está al alcance de unos pocos. La Ciencia es una de las expresiones más inherentemente humanas de nuestra relación con el medio natural y es por tanto una expresión cultural que debe ser conocida y apreciada por todos.
Los científicos se encuentran entre los colectivos más estimados de la sociedad, como reflejan en las encuestas a la población sobre las instituciones mejor valoradas (ver encuestas del CIS o los ejemplos de Sanz-Menéndez y Van Ryzin, 2015) y la ciencia es percibida como una forma de conocimiento necesaria para la sociedad. Sin embargo, hay una serie de personas que se han visto fuera de los canales de divulgación de la ciencia ya que, desgraciadamente, durante mucho tiempo parecía que la inaccesibilidad era una atributo consustancial de la Ciencia. Aunque cada vez existe una conciencia más clara entre los científicos sobre la necesidad de realizar actividades de divulgación, aun encontramos, como decían Torres Albero et al. (2011), científicos atrapados en su 'jaula de oro', que dedican poco o ningún tiempo a hacer que la sociedad conozca, aprecie y disfrute de los resultados de sus investigaciones (a menudo pagadas con dinero público). Por otro lado, cada día surgen nuevas iniciativas de transmisión de éste conocimiento científico a la sociedad. El mundo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación ofrece la posibilidad de participar más directamente con los investigadores, por ejemplo a través de blogs en medios de comunicación y de los propios científicos. Hay más canales para aprender que los tradicionales en el siglo XX, cuando las fuentes para adquirir conocimientos científicos pasaban, o bien por una educación formal enfocada al desarrollo de una carrera profesional, o bien en la autoformación a través de contenidos divulgativos escritos o audiovisuales. Uno de los nuevos canales de aprendizaje del siglo XXI es la participación en las actividades ofertadas por los investigadores en las distintas ediciones de la Semana de la Ciencia en Madrid.
El artículo 27.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que "Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten". Así, la divulgación científica es la respuesta a este derecho fundamental ya que permite que la sociedad participe en el conocimiento científico y lo integre como parte de la vida cultural de la comunidad.
La Semana de la Ciencia, en los últimos años ha crecido enormemente el número de actividades en las que se tienen en cuenta aspectos de accesibilidad a personas con movilidad reducida y el número de actividades dirigidas particularmente a personas con discapacidad sensorial.
Una vez reconocida la importancia de la divulgación científica y su carácter de derecho humano, cabe preguntarse si los científicos estamos realmente haciendo accesible el conocimiento científico a TODAS las personas.
El 13 de diciembre de 2006 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. España firmó y ratificó esta convención, entrando en vigor el 3 de mayo de 2008. El artículo 1 de dicha Convención establece que su fin es "asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos" por todas las personas con discapacidad (por tanto, su derecho a tomar parte en la vida cultural y a participar en el progreso científico).
El informe Olivenza (2014) sobre la discapacidad en España recoge que el 10 por ciento de la población mundial tiene algún tipo de discapacidad y, en el caso de España, que la Encuesta sobre Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia realizada en 2008, estimaba que casi 4 millones de personas en España tenían algún tipo de discapacidad (de las cuales solo 2,5 millones la tienen reconocida).
De tal forma nos encontramos con una realidad que afecta a un grupo amplio de la sociedad y que no hay que afrontar como una opción, sino como el cumplimiento de un derecho: garantizar el acceso de los conocimientos científicos a las personas con discapacidad.
La realidad de la discapacidad es enormemente diversa y, por tanto, hay que tener en cuenta varios niveles de accesibilidad para garantizar este acceso dependiendo de que la discapacidad sea motora, sensorial, intelectual, etc. En algunos casos, la accesibilidad se podrá garantizar mediante ayudas técnicas o la adaptación de vías de acceso. En otros casos, como por ejemplo en los de personas con discapacidad intelectual, la accesibilidad requerirá una adaptación significativa de los contenidos y estrategias de divulgación.
Aunque la adaptación de actividades es un primer paso, el objetivo último del diseño de las actividades de divulgación tendría que ser la Accesibilidad Universal, es decir, que una determinada actividad sea accesible y provechosa para cualquier persona, independientemente de sus capacidades. De esa manera alcanzaríamos el objetivo final de llegar a una verdadera inclusión de las personas con discapacidad en el marco de la divulgación científica.
La accesibilidad comienza por los canales de información a través de los cuales se ofertan estas actividades. De nada vale organizar actividades que tengan en cuenta las diversas necesidades asociadas con la discapacidad, si el público potencial no recibe información sobre ellas. Esto es especialmente importante, porque muchos colectivos de personas con discapacidad se han visto tradicionalmente excluidos de estas actividades, por lo que el primer paso que tienen que dar los investigadores es, a menudo, crear una demanda.
Afortunadamente, cada vez hay más científicos que proyectan actividades de divulgación en cuyo diseño se tiene en cuenta a las personas con discapacidad. Tomando como ejemplo la Semana de la Ciencia, en los últimos años ha crecido enormemente el número de actividades en las que se tienen en cuenta aspectos de accesibilidad a personas con movilidad reducida. También ha crecido el número de actividades dirigidas particularmente a personas con discapacidad sensorial o intelectual. Sin embargo, hay que seguir trabajando para concienciar de la necesidad y el beneficio que supone el diseño de actividades de divulgación accesibles.
La divulgación de la ciencia no solo supone comunicar unos conocimientos, sino que es una experiencia lúdica y social que ayuda a mejorar la vida de las personas a través de su apertura a nuevas realidades, su crecimiento integral y su inclusión en la vida cultural de la sociedad.
Alejandra García-Frank y Miguel Gomez-Heras Profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Investigador en el Instituto de Geociencias, CSIC, UCM. Ciencia sin Barreras: Asociación para la Divulgación Científica Inclusiva |