La capacidad para predecir la evolución del clima terrestre en el futuro depende en buena medida de la información acumulada sobre el pasado. Hasta ahora, las reconstrucciones de temperaturas medias globales solo se habían llevado a cabo para periodos aislados, como los últimos 20.000 años, pero había sido difícil llevar a cabo este tipo de informes durante periodos ininterrumpidos, creando un mapa continuo de las temperaturas de la Tierra que fuese más allá de las eras glaciales.
Reconstrucción de la fauta del Pleistoceno MAURICIO ANTÓN QUALITY
Esta semana, la investigadora de la Universidad Stanford Carolyn Snyder ha publicado en la revista Nature una reconstrucción de temperaturas medias globales de los últimos dos millones de años. Este trabajo supone la reconstrucción continua de temperaturas más larga hasta la fecha, y de él se desprenden algunas conclusiones preocupantes para el futuro del planeta.
Intervalos de mil años
Snyder acumuló miles de reconstrucciones de temperatura de los últimos dos millones de años a intervalos de mil años a partir de 59 registros de sedimentos del océano. Con esta información, observó que las temperaturas del planeta fueron descendiendo hasta hace 1,2 millones de años. A partir de ese momento, esa tendencia al enfriamiento se detuvo. Esto ayudaría a entender qué sucedió en ese periodo conocido como la transición del Pleistoceno Medio, cuando, sin un cambio en la órbita terrestre que lo explique, se pasó de periodos glaciares de unos 41.000 años a otros de 100.000. Aunque la mayor parte de las hipótesis que tratan de explicar este cambio sugieren que se produjo como fruto de un periodo de enfriamiento a largo plazo, posiblemente favorecido por un descenso en la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, los datos de Snyder indican que esta pudo no ser la única causa.
Como conclusión, la investigadora de Stanford estima que la reconstrucción climática de los dos últimos millones de años combinada con los registros de concentración de CO2 en la atmósfera sugiere que las temperaturas medias de la superficie terrestre podrían incrementarse entre 3 y 7 grados en el próximo milenio, incluso si los niveles de dióxido de carbono dejasen de crecer.