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La sequía amenaza a España

buc_geo@buc.ucm.es 27 de Febrero de 2012 a las 12:03 h

La gran tormenta ni ha llegado ni se la espera. Un informe del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente con fecha 8 de febrero habla ya de que «España está entrando en un período de sequía meteorológica». Aunque reconoce que a nivel hidrológico los embalses se mantienen a niveles aceptables, el sector agrícola asegura que la sequía hidrológica -la que afecta a los embalses- aún no ha llegado gracias a las abundantes precipitaciones que se registraron en 2009.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) confirma la carencia: «Tendrían que caer 30 litros por metro cuadrado de media en toda España antes del miércoles para que este trimestre invernal no se convierta en el más seco desde los años cuarenta», afirma a La  Razón Ángel Rivera, portavoz de la agencia. «Y dudo que lo alcancemos», añade.

Aunque el nivel medio de los embalses españoles supera el 60 por ciento de su capacidad, cada semana se reduce en más de 20 hm3. Así, el balance hídrico presenta un déficit del 41 por ciento ya que a estas alturas del año hidrológico (1 de octubre de 2011 a 30 de septiembre de 2012) ha llovido la mitad que el año pasado: 197 litros por metro cuadrado, mientras el valor normal, a fecha de 22 de febrero, es de 328 litros por metro cuadrado. Y no todas las comunidades lo padecen de la misma forma.

Los canarios son los que más están disfrutando de los cielos despejados y sufriendo con mayor intensidad la falta de lluvias. «En las islas sólo ha llovido el 25 por ciento de lo que debería», explica el portavoz de la Aemet. Las zonas montañosas tampoco han podido sacarle provecho a las precipitaciones, ya que salvo los Pirineos y algunos picos de la Cordillera Cantábrica, el resto de cumbres se mantienen secas, sin nieve. Una carencia que se traduce directamente en las cuencas de algunos ríos que no cuentan con este deshielo. Es el caso del Tajo. Su cabecera y su curso medio están bajo mínimos y, según el último balance, su agua embalsada no alcanza el 52 por ciento de su capacidad. Esta situación alarma a algunos de sus vecinos como Julián Rebollo, vicepresidente de la Asociación de Municipios ribereños de Entrepeñas y Buendía, que no comparte la decisión del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente de derivar parte de las aguas del río que pasa por Guadalajara a la cuenca del Segura: «En momentos de escasez como el que atravesamos es un disparate mantener un trasvase como el que se realiza desde hace años. Además, hace un mes y medio la comisión de trasvase Tajo-Segura aprobó una nueva derivación de 274 hm3 para los próximos tres meses». Rebollo explica que la cabecera del Tajo lleva años sin aguas excedentarias y que el nuevo Plan Hidrológico Nacional debería volver a valorar cada una de las cuencas. «Estamos a menos del 40 por ciento de capacidad en el nacimiento del río», confirma el portavoz.

En el otro lado de la balanza se encuentran los agricultores del sureste de la Península, que están acostumbrados a la escasez de lluvias pero no a ver permanentemente los cielos despejados. «Perdemos producción año tras año. Un periodo de sequía como el que estamos atravesando no sólo pone en riesgo los cultivos de olivar, almendro y cereal, también afecta al ganado», explica Francisco Vargas, gerente de Asaja Almería. De hecho, un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente de 2007 prevé descensos de la producción agrícola de entre un 15 y un 30 por ciento en la mayor parte del país por el incremento de los periodos secos en todo el sur de Europa. Así, la productividad de las zonas de secano y de los pastos por el aumento del estrés hídrico y por las inagotables rachas de sequía también descenderá. A este respecto, desde Asaja alertan de que «la actual campaña del cereal, el almendro y el olivo tradicional será poco abundante. Es más, tememos que, si la escasez de agua persiste a lo largo de los meses de primavera, en verano aparezcan los primeros árboles secos». A este déficit se suma la ola de frío que durante dos semanas azotó España. «La tierra está perdiendo humedad constantemente y el frío seco que hemos sufrido no ha ayudado a preservarla en los campos», dice Rivera. Por eso, muchas zonas se helaron y no permitieron que las plantas vegetaran: «Florecen menos para ahorrar las pocas reservas de agua que les quedan», explica Francisco Vargas. Por eso, los campos que sufren con más intensidad la falta de precipitaciones están optando por el laboreo de conservación. Los campos de vid del norte de España, en especial de Galicia, también están luchando contra la falta del preciado H2O y muchos terrenos de secanos están optando por los regadíos para mantener su producción.

Autor:   Belén V. Conquero

[Fuente y más información: Madri+d ; La Razón digit@l]

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