El ancestro común de todos los vertebrados con mandíbulas de la Tierra tenía la apariencia de tiburón, como indica el análisis del cráneo de un fósil de pez, de 290 millones de años de antigüedad, que ha intrigado por mucho tiempo a los paleontólogos, según ha publicado en la revista 'Nature' un equipo de investigadores.
La nueva investigación sobre Acanthodes bronni, un pez de la era Paleozoica, arroja luz sobre la evolución de los primeros vertebrados con mandíbulas y ofrece una visión nueva del último ancestro común antes de la separación entre los primeros tiburones y los peces óseos, el linaje que finalmente incluiría a los seres humanos.
"Parece ser que Acanthodes es la mejor visión que tenemos de las condiciones del último ancestro común de los peces óseos y los tiburones", afirma el doctor Michael Coates, profesor de Biología de Organismos y Anatomía en la Universidad de Chicago, y autor principal del estudio. Coates señala que "que los primeros peces óseos se parecían mucho a los tiburones, y no al revés".
El grupo de los gnatóstomos -que significa "boca con mandíbula"-, incluye decenas de miles de especies vivas de vertebrados, desde peces y tiburones, a aves, reptiles, mamíferos y seres humanos. Los peces cartilaginosos, que hoy en día incluyen a tiburones, rayas, y quimeras, se separaron de los peces óseos hace más de 420 millones de años. Sin embargo, poco se sabía acerca de la apariencia del último ancestro común de los seres humanos, las rayas, y los tiburones blancos.
Coates y sus colaboradores, Samuel Davis y John Finarelli, encontraron la respuesta a este misterio en los acanthodians, peces extintos que dejaron atrás sólo pequeñas escamas y espinas de la aleta. Sin embargo, armados con nuevos datos sobre la apariencia de los primeros tiburones y peces óseos, los investigadores rexaminaron fósiles de Acanthodes bronni, la especies mejor conservada de acanthodians.
Davis creó moldes de látex muy detallados de las muestras que revelan el interior y el exterior del cráneo, proporcionando un conjunto de datos nuevos y valiosos para la evaluación de la anatomía del cráneo y la mandíbula, así como la organización de la circulación sensorial, y el sistema respiratorio de la especie. Según Coates, "exploramos cráneos, si es posible, porque son una fuente excepcional de información anatómica. Son mucho mejores que las escamas, los dientes o las espinas de la aleta, que, por sí mismos, tienden a ofrecer una señal confusa sobre las relaciones evolutivas".
El análisis de la muestra, junto con tomografías computarizadas de los cráneos de los primeros tiburones y peces óseos, llevó a los investigadores a una revaluación sorprendente de la historia que el Acanthodes bronni nos cuenta sobre los vertebrados con mandíbulas. "Cuanto más lo miraba, más similitudes encontraba con los tiburones", afirma Coates. Sin embargo, el análisis de las relaciones evolutivas de Acanthodes bronni sigue conectando esta especie con los primeros peces óseos.
Por otro lado, algunas especies de acanthodians resultaron ser tiburones primitivos, mientras que otras eran parientes del ancestro común de los tiburones y los peces óseos -este resultado explica la colocación de acanthodians en la historia de los vertebrados.
No obstante, los análisis fueron un paso más allá. Mediante más de 100 caracteres morfológicos, los investigadores cuantificaron el parecido entre los primeros peces con mandíbulas. Acanthodians en su conjunto, incluyendo los primeros miembros del pasado evolutivo de los seres humanos, parecen agruparse con los tiburones de la antigüedad. "Los ancestros comunes de todos los vertebrados con mandíbulas se asemejaban a los tiburones", afirma Finarelli, de la Universidad College de Dublín.
Además, el análisis demostró que todos estos primeros miembros de gnatóstomos modernos están claramente separados de lo que ahora parecen ser los vertebrados más primitivos con mandíbulas: unos peces acorazados llamados placodermos. "Parece que hay una distinción fundamental entre los placodermos y todos los otros vertebrados con mandíbulas", señala Finarelli. Esta nueva revisión del linaje de los primeros vertebrados con mandíbulas permitirá a los paleontólogos profundizar en los misterios evolutivos más profundos.
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