Científicos de cuatro continentes publican un artículo sobre restos del yacimiento burgalés
Ningún yacimiento paleontológico en el mundo se acerca siquiera a la riqueza de la Sima de los Huesos, en Atapuerca (Burgos). Si un diente de un homínido supone todo un descubrimiento en cualquier sitio, en esa cueva se han recuperado ya 17 cráneos, algunos de ellos completos, y un total de casi 6.500 fósiles con unos 430.000 años de antigüedad. Un festín para los científicos que aporta conocimientos profundos. "Los hombres de la Sima de los Huesos son el comienzo de la evolución neandertal, son los más antiguos de ese linaje", explica Ignacio Martínez, profesor de la Universidad de Alcalá y científico de Atapuerca. "Los rasgos de la cara y los dientes de los individuos de la sima son típicos neandertales, mientras que la forma de su cráneo sigue siendo arcaica", continúa. "Todo apunta a que la primera evolución hacia el linaje neandertal está relacionada con la masticación, y son modificaciones que tenían que ver con el uso intensivo de los incisivos, como si utilizaran los dientes como tercera mano para ayudarse en múltiples tareas", asevera.
"Basándonos en la morfología, pensamos que la gente de la Sima de los Huesos forman parte del linaje neandertal, aunque no tienen por qué ser necesariamente ancestros directos de los clásicos neandertales", avanza Juan Luis Arsuaga, codirector de la excavación.
La evolución humana en el continente europeo de hace unos 500.000 años supone una encrucijada para los estudiosos. En líneas generales, el escenario que emerge a la vista tras los últimos descubrimientos es que los humanos que salieron del continente ancestral de la humanidad, África, por Oriente Medio, se extienden por Eurasia. Hace 1,2 millones de años ya estaban en Atapuerca, como atestigua la presencia de los fósiles del yacimiento de El Elefante. "Se forman poblaciones aisladas que van separándose evolutivamente y de vez en cuando hay extinciones, creemos que condicionadas por las glaciaciones", explica Martínez. "Desde luego es un período más complejo de lo que pensábamos".
Hace en torno a 500.000 años se sitúa en el norte de la Península Ibérica la población de la Sima de los Huesos, "que serían como una tía materna de los posteriores neandertales, no necesariamente la madre", añade este científico. Es decir, que el ancestro directo de los neandertales sería alguna de esas poblaciones próximas a los humanos de la Sima de los Huesos, ya con rasgos que serían luego distintivos del linaje. "Lo que está claro es que no había entonces una única especie humana, sino varias conviviendo en el territorio", remata.
Los neandertales viven en el continente europeo desde hace 200.000 años hasta que, hace unos 30.000 o 40.000, desaparecieron. Con su territorio se habían hecho los humanos actuales, nuestra especie, entrados también desde África como una nueva oleada por Oriente Medio, hace en torno a 50.000 años. Estos se cruzaron "ocasionalmente con los neandertales, pero los dos grupos tenían ya algunos rasgos de incompatibilidad", comenta en Science Jean Jaques Hublin, experto del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania). Por esa escasa probabilidad de tener crías viables al cruzarse las dos especies, o porque los cruces fueron muy escasos, hay genes neandertales en nuestro genoma, pero no muchos. Hublin califica la Sima de los Huesos como un "tesoro paleontológico".
Una de las primeras conclusiones que presentan en Science Arsuaga y sus colegas -firman el artículo científicos de cuatro continentes y de varias generaciones, desde los veteranos de la excavación a los becarios actuales- es que las modificaciones faciales de tipo neandertal que identifican en los cráneos apuntan hacia una evolución de tipo mosaico. Es decir, surgieron grupos de rasgos anatómicos funcionales en diferentes momentos de la evolución, descartando así la hipótesis alternativa, es decir, que la evolución fue un continuo más o menos uniforme en el tiempo.
La Sima de los Huesos es una pequeña cámara en el fondo de un sistema de cuevas en la sierra de Atapuerca, recuerdan los investigadores. Los fósiles humanos están mezclados con restos de carnívoros, sobre todo osos. La acumulación de cadáveres debió de producirse en un episodio único y no en un proceso prolongado en el tiempo. Los expertos no tienen una explicación definitiva sobre este punto. Lo cierto es que están ahí, que hay campañas de excavación desde 1984 y que el tesoro crece cada año, cuando en julio el equipo que lidera Arsuaga regresa a la cueva para continuar la delicada labor durante un mes.
La datación del yacimiento ha sido difícil. Primero se dio una antigüedad de 300.000 años, luego se subió hasta 500.000 y ahora se ha establecido en algo menos. "Las fechas más convincentes proceden de los análisis de series de uranio, de luminiscencia y de paleomagnetismo", explica desde EE UU Warren Sharp, especialista del Centro de Geocronología de Berkeley, quien ha trabajado en la sima y es uno de los firmantes del artículo de Science. "La datación por series de uranio de los carbonados adheridos al cráneo número cuatro indican un rango de edad entre 410.000 años y 470.000 años con la edad más probable de 434.000 años", precisa. Y los otros dos métodos citados dan resultados compatibles, apostilla.
Con todo lo completo que es el nuevo trabajo sobre los humanos de la Sima de los Huesos, deja en el aire una cuestión importante: ¿de qué especie de trata? Los 28 individuos preneandertales se habían clasificado como Homo heidelbergensis, una especie europea algo anterior en el tiempo. Pero Arsuaga y sus colegas lo descartan ahora en su artículo, a raíz del estudio de tan abundante material fósil. Desde luego, todavía no son neandertales, aunque presenten ya algunos de sus rasgos, junto con otros primitivos. "En evolución humana, nombrar una especie es un paso delicado que hay que hacer aportando suficientes pruebas", comenta Martínez. "Así que lo estamos valorando, pero, si hay un lugar en el mundo donde se puede nombrar bien una especie por la abundancia de fósiles es la Sima de los Huesos", concluye.