Ha caído en mis manos el curioso libro Mobius Dick de Andrew Crumey, traducido al español y publicado en la editorial Elipsis en 2006. Con él inauguramos en 2+2=5 una sección de comentarios de libros de divulgación científica en general y de matemáticas en particular que titulamos Lecturas. Andrew Crumey se encuadra, como reza en la guarda del libro, "a la estela de los grandes revisores de la historia de la literatura y de las ideas como Borges o Calvino". En él se salta de la realidad a la ficción y de la física a la literatura de forma vertiginosa y con gran habilidad. Su fino humor lo convierte en un autor divertido y original, y al mismo tiempo le permite teorizar temas sobre mecánica cuántica sin resultar tedioso para los no entendidos.
Una de las especulaciones más espectaculares surgidas de la mecánica cuántica quizá sea la de los Universos paralelos de Everet. Todo surge a raíz del Principio de incertidumbre, o Relación de indeterminación de Heisenberg, que viene a decir que no es posible medir un fenómeno con la suficiente precisión sin alterarlo. Esto tiene toda una serie de implicaciones para las que Everet propuso que cada medida desdoblaría nuestro universo, de modo que en un universo el fenómeno continuara tal cual y en otro siguiera alterado por la medición.
Precísamente de esto trata este libro, de al menos dos de esos universos paralelos que interaccionan entre si y que llevan a sus protagonistas al borde de la locura.
Todo comienza cuando en el movil del físico John Ringer se recibe un mensaje anónimo: Llámame: H. A Ringer, obsesionado por el recuerdo de una antigua novia llamada Hellen, el mensaje le altera más de la cuenta y la repetición sucesiva de mensajes, progresivamente más explícitos le hacen sentirse cada vez más intrigado por el origen de los mismos. Mientras tanto es requerido por un antiguo compañero para que colabore en un proyecto que pretende construir un ordenador cuántico de potencia inimaginable, pero potencialmente muy peligroso para la estabilidad de la realidad de nuestro universo. Ringer se ve envuelto entonces en una trama a caballo entre la alucinación y el espionaje con extraños encuentros y no menos extrañas consecuencias. Crumey mezcla las aventuras de Ringer con episodios de la vida de Schuman, Melville, Schrödinger y un final buenísimo en el que el propio Ringer se encuentra con su doble:
"De repente, se abrió la puerta. Ringer se giró para ver quien era. Era él mismo.
El otro Ringer, el intruso, estaba de pie comtenplando horrorizado a las dos figuras que yacían en el suelo [las de Ringer y Clara]. Vestido con chaqueta y corbata, tenía un aspecto pálido y enfermo; tenía el cuello de la camisa desabrochado y llevaba la corbata ladeada. Sin pronunciar palabra, ese otro Ringer permanecía de pie mirando, paralizado por la conmoción, hasta que finalmente entró en la habitación, cerró la puerta tras de si y se acercó. El Otro finalmente se agachó y tocó la parte superior de la cabeza de Ringer.
- ¡Eres real! -dijo jadeante.
(...)
Ringer hizo todo lo que pudo para no ceder ante la visión, pero finalmente se rindió:
¿Cómo puedo estar en dos sitios a la vez?
El Otro sonrió.
¿Acaso has olvidado todo lo que has aprendido? Los fotones pueden hacerlo; parece que los físicos también.
(...)
El Otro, tragando saliva, dijo:
- Tu y yo pertenecemos a mundos diferentes. Tu eres uno de mis futuros potenciales; yo soy uno de tus posibles pasados. Pero se supone que nosotros no deberíamos coincidir, puesto que se supone que las funciones de onda...colapsan."
Este pasaje me recuerda al universo DC en el comic, ese momento mágico en el que el nuevo Flach Barry Allen se encuentra con su doble el Flach (Jay Garreick) de la edad dorada, y este último le dice:
"¿Cómo se puede pretender ser Flash, Barry Allen ... cuando yo, Jay Garrick soy el verdadero Flash ... y lo he sido por más de 20 años?"
(Véase exposición virtual: 'Crisis on infinite earths' en 2+2=5)
Este encuentro acontece también por error, debido a las vibraciones producidas por la tremenda velocidad de Flash. Por otro lado, los universos paralelos han sido y lo siguen siendo temas recurrentes en la literatura, el cine, el comics...
En cuanto al título del libro, hace referencia a la cinta de Mobius de una sola cara y a la novela Moby Dick del escritor estadounidense Herman Melville publicada en 1851, y que narra la travesía del ballenero Pequod en la obsesiva y autodestructiva persecución de una gran ballena blanca impulsada por el capitán Ahab. Digamos que también en la obra de Crumey hay un ambiente obsesivo y mágico como en Moby Dick.
Por lo demás, da lástima que la edición este plagada de erratas y algún que otro fallo en la traducción. Serí bueno que que se hiciera una segunda edición corregida.