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Píldoras para un verano lector: Pequeños textos para grandes momentos

Javier Pérez Iglesias 4 de Agosto de 2015 a las 10:24 h

Cubiertas de las obras comentadas

Cubiertas de las obras comentadas

La biblioteca cierra, como toda la Universidad Complutense de Madrid, entre el 10 y el 23 de agosto.

El lunes 24 estaremos otra vez abiertos para atenderos en nuestras instalaciones que, por cierto, han tenido algunas mejoras. Mientras tanto, os dejamos con los servicios y recursos accesibles desde la web.

También queremos despedirnos con algunas sugerencias para las lecturas veraniegas. El denominador común de todas estas "píldoras lectoras" es que son obras cortas o que están compuestas por piezas que pueden leerse de manera independiente. Esperamos que os acompañen en vuestros descanso veraniego.

 

Edith Wharton es una clásica y una escritora imprescindible que casi todo el mundo conoce por su espléndida novela La edad de la inocencia. Pero hoy traemos aquí una pieza pequeña, escrita al comienza de su carrera y que, si bien está ambientada en New York, no refleja la alta sociedad de esa ciudad, a la que la autora estaba ligada por nacimiento, sino unas vidas humildes, de mujeres trabajadoras.

¡Ah! Y qué maravillosa cubierta de la ilustradora Elisa Arguilé para esta novelita, Las hermanas Bunner (Editorial Contraseña, 2011). También hay un prólogo de Soledad Puértolas que debe leerse al final de la obra (el que avisa no necesariamente es traidor). Edith Wharton sabe contar tan bien que los objetos y los espacios narran tanto como lo que hablan o piensan los personajes.

La escritora nos cuenta una historia íntima, de una manera suave, sin que falten giros sorprendentes, para golpearnos al final con algo leve pero afilado (Como si los abanicos pudieran hacerse con cuchillas).

Algo parecido logra Samanta Schweblin con Distancia de rescate (Random House, 2015). En a penas 124 páginas nos desconcierta (no sabemos qué está pasando cuando comienza con un diálogo al que le falta contexto), nos atrapa, hace que temblemos y, definitivamente, nos pone una inyección de terror cuando ya no podemos refugiarnos en que sea una obra de ciencia ficción.

No sabemos muy bien como catalogar Los afectos de Rodrigo Hasbún (Random House, 2015). Podría ser una novela corta, o un ensayo disfrazado de novela sobre la Bolivia de los años 50 y 60 del siglo XX, o una biografía novelada de la familia Ertl (que incluye pasado nazi e hija guerrillera en América Latina). En cualquier caso se lee con avidez y no defrauda.

En esta línea, de obras difíciles de clasificar (por género o por temática), se lleva la palma Facsímil (Random House, 2015) del chileno Alejandro Zambra. Él mismo avisa en la primera página:

"Las palabras 'facsímil' y 'ensayo' se asocian, en Chile, a la Prueba de Aptitud Académica -aplicada desde 1967 hasta 2002- y a la actual Prueba de Selección Universitaria o PSU, vale decir, a los exámenes de ingreso a la educación universitaria.

La estructura de este libro se basa en la Prueba de Aptitud Verbal, en su modalidad vigente hasta 1994, que incluía noventa ejercicios de selección múltiple, distribuidos en cinco secciones".

Bien, pues como ocurre a veces con la creación artística (en la que incluyo la literatura) esta obra nos hace reflexionar, sin darse aires de texto teórico, sobre la enseñanza, el aprendizaje, el adoctrinamiento, las diferencias de clase y la desigualdad. Además dibuja más de una sonrisa en la cara de quien lo lee sin dejar de resultar chispeantemente incómodo.

Seguimos con los inclasificables para hablar de una obra de Roque Larraquy (no he leído nada suyo que no me haya resultado fascinante) hecha en colaboración con el ilustrador Diego Ontivero, Informe sobre ectoplasma animal (Eterna cadencia, 2014). Por supuesto hay mucho humor, porque Larraquy tiene ese don, y muchos guiños sobre los límites de la ciencia o lo absurdo de una fe ciega en la razón.

En la categoría de autobiográfica hay que incluir la novela de Édourd Louis, Para acabar con Eddy Bellegueule. Son menos de 200 páginas en las que el autor disecciona la homofobia de sus familiares y paisanos en la Francia rural. Hay quienes piensan que esos comportamientos violentos y deleznables han desparecido de nuestros entorno (por eso de las leyes de matrimonio homosexual) pero no es así. Las humillaciones que sufrió el autor, nacido en 1992, siguen siendo el pan de cada día en muchas infancias y adolescencias que se salen de la norma heteropatriarcal.

El verano es una época que mucha gente elige para viajar por eso no podemos dejar de reseñar un libro de viajes en esta lista de recomendaciones. Hemos elegido uno que cumple el requisito de ser corto (125 páginas) y que además es prodigiosamente sintético porque incluye dos grandes países (China y EEUU). Nos referimos a Viajes de un antipático de José María Parreño (Ardora, 1999). Mucho humor negro y mucho sentimiento también.

Por el lado de las biografías incluimos, en esta canastilla de picnic estival, Campos de la despedida: una imagen de Gertrud Kolmar (Torremozas, 2015) de Mar García Lozano. Gertrude Kolmar, prima de Walter Benjamin, tuvo una exustencia marcada por la renuncia sin que su poesía fuera valorada en vida fuera de su círculo más íntimo. Como ocurrió con tantos millones de personas la locura que desató el nazismo convirtió esa vida, dedicada al estudio y a la creación, en una tragedia.

Otra biografía nada convencional, y muy breve, es la que escribe Daniel Titinguer, Un hombre flaco: retrato de Julio Ramón Ribeyro (Ediciones Universidad Diego Portales, 2014). Creemos que al terminarla no se podrán contener las ganas de leer (o releer) los cuentos de ese narrador prodigioso que fue Ribeyro. Y aunque sus Cuentos completos, editados por Alfaguara, pasan de las 700 páginas cumplen con el requisito de poder leerse por partes de manera independiente y caprichosa. Cada cuento no pasa nunca de las 30 páginas, la mayoría tienen menos, y no defraudan jamás.

Por seguir en la línea de los cuentos para este verano, aunque su autor los pensara para ser leídos en época navideña, recomendamos Espíritu festivo de Robertson Davies. Mucho es lo que nos gusta Davies y podrían hacerse muchas recomendaciones pero su afición por las trilogías hace que descartemos otros títulos suyos, el tamaño (pequeño) obliga, y nos centremos en estos cuentos en los que los fantasmas son protagonistas y dónde no faltan ni el humor ni la inteligencia que caracterizan a este autor canadiense.

Un cuento clásico, con el inestimable añadido de las ilustraciones de Alejandra Acosta, es Del enebro de los hermanos Jacon Ludwig y Wilhelm Karl Grimm (Jekyll & Jill, 2012). Una pildora sombría, pero muy sabrosa, al estilo de esos tremendos hermanitos: canibalismo, crueldad, infanticidio... Qué no falte de nada!

Y para que haya de todo tenemos que recomendar un poco de poesía. En formato mini tenemos la Balada del consentimiento a este mundo (Libros del zorro rojo, 2014) de Bertol Brecht con ilustraciones de Henning Wagenbreth. La balada está escrita en 1932 pero cuando habla de la corrupción y de la siniestra alianza entre banqueros, jueces, policías y políticos parece que está haciendo una crónica de nuestros días.

Como punto final, y ya de lleno en la actualidad, os recomendamos los artículos de la artista Hito Steyer que publicó en 2014 la editorial argentina Caja Negra con el título Los condenados de la pantalla. En los 11 artículos recopilados Steyer, que estará exponiendo en el MNCARS en la próxima temporada, reflexiona sobre el arte en el capitalismo actual marcado por la proliferación de imágenes y plantea un acercamiento crítico a este panorama de militarismo, control y sometimiento en el que vivimos, creamos y leemos.

Buen verano y nos vemos el 24 de agosto.

 

 

 

 

 

 

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