Él se inspiraba en el arte, en el trabajo de los artistas. Cuando venía a Madrid, le gustaba visitar el Museo del Prado. Yo le acompañé en varias ocasiones. [...] Sabía inspirarse en Zurbarán, en las gasas transparentes de los cuadros de Goya, en los grises y platas de Velázquez. [...] sus verdaderos maestros, su auténtica inspiración le venía del arte y de los artistas. [...]
La grandeza de Balenciaga estaba en su concepto de la alta costura, en su perfección del traje a medida, en su simplicidad elegante, en sus ideas siempre claras, fantásticas. Sabía evolucionar de manera coherente, sin estridencias."
"He conocido y tratado a profesores, escritores y filósofos importantes, pero ninguno de ellos me impresionó tanto como Balenciaga. Era un hombre excepcional, que imponía en medio de su cordialidad. Un creador único, un modisto genial."
(Julia Sáez-Angulo. Trajes de Balenciaga (entrevista a Conchita Zamacona). En: Galería Antiquaria, nº 224, febrero 2004, pp. 70-74
Así hablaba de su admirado Balenciaga la que fue directora de nuestra biblioteca, Conchita Zamacona, fallecida pocos días después de la inauguración del Museo Balenciaga en Getaria.
¡Consulta en nuestra Biblioteca el catálogo del museo!
"Por el centro de una calle, ensombrecida por macizas casas de piedra, caminaba una señora alejándose del resplandor del mar. Llevaba un traje, largo hasta los tobillos, de pálida seda de shantung.
Un muchacho la estaba observando.
Cuando la señora llegaba casi a tropezar con él, el muchacho se escapaba por una de las callejuelas de aquel pueblo de pescadores que parecía esculpido en la montaña, de calles tan empinadas y estrechas como las de Génova, algunas hechas sólo de escalones. Luego el muchacho bajaba por otra calle para adelantarse a la señora y se la quedaba mirando fijamente.
Un día la detuvo y le preguntó si podía hacer un traje para ella. El muchacho tendría alrededor de trece años; su cabello era moreno, sus ojos más oscuros todavía y tenía ya aquella sonrisa que conservaría durante toda la vida.
-¿Por qué quieres hacerlo?- le preguntó ella
-Porque creo que soy capaz- contestó él.
Aquel muchacho era Cristóbal Balenciaga y la señora la Marquesa de Casa Torres. No sabemos qué ocurrió después de aquel primer encuentro. La Marquesa le hizo comenzar sus largos años de aprendizaje de la profesión en España, aunque algunos dicen que fue en Burdeos. Cuando Balenciaga cumplió los dieciocho años..."
(Rothschild, Pauline de. Balenciaga. En: El mundo de Balenciaga. Madrid, 1974, p. 19)