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“Todos tenemos nuestras erres. […] Todos tenemos nuestras raíces.”

21 de Noviembre de 2011 a las 11:31 h

Si pasas por Valencia, hazle un hueco a la exposición de Nieves Torralba, comisariada por nuestro profesor Víctor Fernández Zarza. Te encantará. En cualquier caso, disfruta con el precioso catálogo que acaba de publicarse y que ya tienes a tu disposición en la biblioteca.

"Todos  tenemos nuestras erres.
El reto de nuestra vida es reconocernos en aquello que nos rodea, en nuestro pasado, en nuestro trabajo, en nuestras amistades más próximas. Reconocernos y sentirnos razonablemente satisfechos. Repensarnos y no rechazarnos a nosotros mismos.
Aunque en realidad, la razón no siempre alimenta las raíces de la felicidad, incluso puede llegar a ser radicalmente contraproducente.
[...] El ritual, en todas sus dimensiones, muchas desprovistas de sacralidad y trascendencia, marca el día a día de todos y cada uno. [...] Nuestro problema es cuando lo convertimos en repetición monótona y mecánica, absolutamente desprovista de contenido, de significado, de emoción, de vida.


La caligrafía y el dibujo tienen mucho de rigor, de disciplina, de reiteración insistente y hasta  obsesiva. Pero nada más lejos de la frialdad imperturbable de lo robotizado. Aun con variaciones mínimas, apenas perceptibles, el trazo de tinta o grafito registra el latido del corazón, las incertidumbres y seguridades del pulso animado por esa sangre reconvertida en línea depositada, grabada, arañada sobre el papel de algodón o la imprimación de media creta.
Reproducimos aquello que conocemos, pero también lo que soñamos e imaginamos (sin tener clara la distinción entre estos últimos). Incluso aquello que recordamos, extrañamos o añoramos. Representar lo que nos falta es un mundo afectivo, efectivo, emotivo o doloroso de hacerlo presente.
La presencia de la ausencia, la vía de la evocación, de la sugerencia, es otro de los caminos seculares que han recorrido los artistas de todas las épocas. Revivir el tiempo pasado mediante su concreción espacial en un pedazo de papel, reconstruir lo que fue o que pudo haber sido.  Retornar a aquellos lugares a los que ya no volveremos. Recordar situaciones y amistades vívidamente remotas. Renacer en cada dibujo, en cada palabra. Reconocer se convierte entonces en ejercicio de vida. Renunciar es igualmente necesario, como rehusar, rechazar y renegar siempre y cuando no se convierta en hábito. Ir más allá de las referencias, por el contrario, se convierte en revolucionario y radical. Todos tenemos nuestras raíces. Las rozamos sin darnos cuenta y ellas registran nuestras rarezas, remembranzas y rencores. Retazos de vida, retratos convertidos en ramas, el reino vegetal retorna renuente y raudo.
El resto, retoños resistentes de existencia, rueda por los suelos, riela entre las estrellas, rige subterráneo el rumbo de los astros."

(Nieves Torralba: r. Valencia, 2011, p. 57 y ss.)


[...] "Los primeros planos son consecuencia del interés por alcanzar un orden plástico a partir de la estricta geometría que le ofrecen las plantas; orden que, para ella, es indudable que se corresponde con cierta idea de belleza cuyos predicados serían la buena conformación, el equilibrio, la simetría y la integridad de las formas, conseguidos mediante una pulquérrima ejecución.
Hablando con la artista, me explicaba de qué modo  suele trabajar -en un primer momento- delante de las plantas (analizándolas, estudiándolas, interiorizándolas), para luego elaborar su propia versión de las mismas, como recomendara Henri Matisse proceder a sus alumnos ante los modelos. Una versión que no pretende ser copia, ni tampoco interpretación (expresiva, manierista), [...] sino que busca establecerse como verdad plástica per se, autónomamente, sin necesidad de una validación referencial (analógica) concreta -en línea con la máxima propuesta por Paul Klee: "el arte no reproduce lo visible; hace visible". Las formas de sus plantas poseen su propia lógica estructural [...] y aun cuando seamos capaces de identificar algunas de ellas (los títulos se corresponden, en muchos casos, con su denominación científica), dicho reconocimiento no resulta en absoluto necesario para aceptar su propuesta.


Es un mundo imaginario que veo. Las flores y tallos que aparecen no existen, están más cerca de algo básicamente mental, de algo industrial, metálico, que de la organicidad de la naturaleza. Cuando me preguntan qué dibujo, es un problema, pues contesto que flores, pero al mismo tiempo pienso, "pero tú no dibujas flores", son otra cosa... Es cierto que el estudio de referentes naturales no me es ajeno. Observo, estructuro, sintetizo formas vegetales reales unas veces, otras imagino.

r, título de esta exposición, se nos ofrece como una cifra, como signo (dicho sea sin olvidar -muy al contrario- su cualidad icónica) que introduce un juego semántico en la percepción del conjunto de obras que ahora se presenta. Se trata de un juego indeterminado, sugerido únicamente por ser esta letra la inicial de una serie de palabras que se van convocando (raíz, rama, rito, recuerdo, roturar...) y de cuyas múltiples connotaciones (pues tal es el ámbito de intervención de esta propuesta) la artista espera propiciar una recepción activa de lo expuesto por parte del espectador, confiando en las posibles asociaciones de toda índole (emotiva, intelectual...) que pudieran despertarse o activarse en su pensamiento.
(Fernández Zarza, Víctor. El jardín imaginario. En: Nieves Torralba: r. Valencia, 2011, p. 24 y ss.)

 

¿Sabías que en la Biblioteca tenemos muchas publicaciones sobre dibujos botánicos?

 

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