[...]... reales o históricas, descritas, literarias o soñadas, imaginarias o evocadas, fantásticas o caprichosas, en construcción o desmoronándose, está llena de ejemplos fascinantes la historia de la cultura visual moderna, del Renacimiento al siglo XVIII."
(Rodríguez, Delfín. Arquitecturas pintadas. Madrid, 2011, p. 19)

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Nuestro profesor Javier Navarro de Zuvillaga  puso este título a un capítulo de su libro "Mirando a través. La perspectiva en las artes". Navarro distingue entre  dos clases diferentes de arquitecturas pintadas: "aquellas que realmente existen o existieron y aquellas otras que se pueden considerar inventadas, aunque estén inspiradas en una arquitectura real. [...] El renacimiento es pródigo en arquitecturas pintadas por artistas que, con espíritu arqueológico, se inspiraban en edificios de la Antigüedad y, con espíritu moderno, proponían soluciones arquitectónicas que, en muchos casos, influyeron en la arquitectura real. [...] A todo esto subyace una idea que está en la base de la cultura renacentista y es la de la ciudad ideal, inspirada en la antigua Roma. [...]

"[...] Visentini persigue sus fantasías arquitectónicas, mostrándose tan frio y virtuoso como sea preciso para exaltar el calor y la libertad del otro. De este encuentro nacen chispas de fantasía y abstracción y una animada y vivaz adhesión a la realidad.
Casi la perfección, casi la felicidad. Se espera que de un momento a otro suceda algo, que estas grandiosas escenas queden abandonadas y la ruina y aparezca, veloz, para arrebatárnoslas, porque no está lejano el final de una Venecia que, a pesar de su total ausencia, es inmanente."
(Sgarbi, Vittorio.  En: ART FMR, T.VII, Siglo XVIII, Vol. I, p. 76)

 "El rey tenía un gran concepto de Hackert porque decía su opinión de un modo franco y abierto cuando era interrogado y no se mezclaba nunca en las intrigas de la corte. Cuando el rey pedía algo, nunca ponía dificultades, sino que decía inmediatamente: Está bien, majestad, se puede hacer. Así que el rey creía firmemente que él mismo había ideado la cosa. Eso agradaba al rey. Con frecuencia Hackert llegaba algunos días después y decía: Si su majestad lo permite, había pensado también añadir esto. Eso agradaba al rey, que decía: Está bien, haced lo que creáis justo. Así sucedía. Cuando la cosa estaba terminada, gustaba extraordinariamente al rey, que decía: Esta era mi idea; Hackert lo ha aprobado todo y, como veis, la ha realizado muy bien. La primera idea del rey quedaba siempre, pero con frecuencia se habían añadido tantas cosas que se necesitaba ir a buscarla."
(Goethe, J.W. En: ART FMR, T. VII, Siglo XVIII, Vol. II, p. 40)

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