En 2009, la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU)  y la Fundación de Patentes Públicas (PUBPAT), las dos de EEUU, demandaron a la empresa Myriad Genetics por patentar los genes BRCA1 Y BRCA2, cuyas mutaciones se asocian a la aparición del cáncer de mama, ovarios y de próstata.  En 2010, un juez dictaminó que las patentes eran inválidas, pero la sentencia fue recurrida - ya se habían patentado 4000 genes humanos-.

Ahora un tribunal de apelaciones ha anulado la decisión anterior. El juez Alan D. Lourie afirma en la sentencia que "la petición se refiere a moléculas que son distintamente diferentes de las moléculas que existen en la naturaleza". Sin embargo, el tribunal mantiene que el análisis de secuencias genéticas en busca de alteraciones no es algo patentable. El litigio puede continuar ya que ACLU puede recurrir al Tribunal Supremo.

La controversia científica-ética-legal surgió en 1991 cuando J. Craig Venter, Institutos Nacionales de la Salud (NIH), Bethesda, USA, presentaba en la Oficina de Patentes de los Estados Unidos la solicitud para patentar 337 nuevos genes humanos de una sola vez.  Y en 1992,  el grupo de identificó la secuencia parcial de 2.375 genes que se expresan en células del cerebro humano. Todos estos datos les permitió establecer la secuencia parcial de unos 2.700 fragmentos de genes humanos patentables - EST, etiquetas de secuencias expresadas-.

Parece que la clave para decidir si se patenta o no un gen depende de si se trata de un descubrimiento o un invento. El hallazgo de un gen no se considerada patentable; en cambio, si el gen se aísla en un laboratorio se considera un producto químico y, por tanto, sí se puede patentar.

Muchos opinan que no es ético patentar algo que se encuentra en la naturaleza; otros, que si estos genes no se patentasen se abaratarían las pruebas médicas - el test de evaluación de riesgo de cáncer de laa empresa Myriad Genetics cuesta más de 2000 euros -. En esta línea, César Nombela, catedrático de la UCM y miembro del comité de bioética, considera que "no debería aceptarse la patente de un gen mutado para propósitos diagnósticos... las patentes deben tener un mayor contenido inventivo que la simple descripción de un producto de la naturaleza". Sin embargo, existe una presión económica fuerte y se reclaman los beneficios lícitos como estímulo para la investigación.

Ya en la Declaración de Bilbao de 1993, en la reunión sobre "El Derecho ante el Proyecto Genoma Humano", se incluían en el Preámbulo las siguientes palabras:

"...los problemas surgidos sobre la patentabilidad de ciertos descubrimientos o inventos genéticos demandan, con urgencia, la configuración, legal o jurisprudencial, de un nuevo concepto que compagine la justa retribución del inventor o descubridor y el interés de la sociedad en general por la divulgación del descubrimiento".

Secuencias de ADN humano ya patentadas

Entre 1981 y 1995, se concedieron 1.175 patentes mundiales de secuencias de ADN humano. El tipo de patentes es muy variado: desde cebadores para uso diagnóstico hasta genes construidos artificialmente para sintetizar moléculas híbridas de interleuquina e interferón.  Un 76% de las patentes se adjudicaron a 273 compañías privadas y un 7% a título individual.  Las oficinas de patentes con un número significativo de patentes son la europea (EPO), la de Estados Unidos (EPO) y la japonesa (JPO).

Fuente: publico.es, ABC.es, bioeticaweb