Científicos de la Universidad de Harvard han creado un nuevo material inspirándose en una planta jarra o copa de mono (Nepenthes), del género de las carnívoras. Después de la lluvia, las hojas de estas plantas se convierten en una superficie casi sin fricción lo que les permite capturar a los insectos ya que se resbalan cuando se posan.
Con anterioridad ya se han desarrollado materiales que repelen líquidos inspirados en la naturaleza - efecto loto, es el nombre con el que se conoce - pero, según este grupo de investigadores, los anteriores materiales presentan algunos inconvenientes: 1) no funcionaban bien con materiales orgánicos o complejos; 2) en superficies rayadas o sometidas a condiciones extremas, las gotas de líquido tienden a mantenerse en la superficie y no a deslizarse; 3) la fabricación es más costosa y difícil.
El nuevo material repele casi cualquier tipo de líquido, incluyendo la sangre y el aceite, incluso en condiciones adversas de temperaturas bajo cero y alta presión.
En la planta jarra, el agua es el propio repelente en vez de utilizar nanoestructuras llenas de aire como almohadillas. «El efecto es similar a cuando un coche hace acuaplaning. Los neumáticos se deslizan literalmente sobre el agua en vez de sobre la carretera», dice el autor principal de la investigación, Tak-Sing Wong.
Para crear la superficie resbaladiza, los investigadores impregnaron un material poroso con un fluido lubricante. El material se llama SLIPS (Slippery Liquid-Infused Porous Surfaces). La nueva superficie es "suave y libre de defectos" y además consigue autorreparse.
Las posibles utilidades de esta material son: en el transporte de combustibles, tuberías de agua, la fabricación de catéteres y sistemas de transfusión de sangre, la autolimpieza de ventanas y de cascos de buques, el desarrollo de equipos resistentes para la investigación de las profundidades del mar o para crear paredes que repelan los graffiti.
Referencia bibliográfica:
Tak-Sing Wong, et al. Bioinspired self-repairing slippery surfaces with pressure-stable omniphobicity, Nature, 2011, vol. 477, pag. 443-447, doi: 10.1038/nature10447
Fuente: ABC.es