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Piezas radiactivas en museos

26 de Junio de 2012 a las 19:13 h

Piezas radiactivas en museos

En 1789, Heinrich Kalproth (1743-1817), químico alemán, descubrió el uranio. Desde 1830, este elemento comenzó a utilizarse en la fabricación de piezas de cristal para obtener tonos amarillo-verdosos.  En aquella época, la gente no conocía la radiactividad.

En el siglo XX, el óxido de uranio se empleaba como colorante anaranjado rojizo o el radio 226 para pintar relojes, pomos de puertas, imágenes religiosas, interruptores de luz y hasta orinales que brillaban en la oscuridad. En los años 20  se empleó como terapia para la cura de enfermedades con la utilización del "Revigator", una jarra cerámica que contenía agua radiactiva.

Muchos de estos objetos de la vida diaria y otros utilizados en investigaciones sobre  la radiactividad como el cuarzo piezoeléctrico inventado por Pierre Curie (década de 1880), o los equipos empleados en el proyecto Manhattan, han terminado siendo piezas de museos. Concretamente estos dos últimos  se pueden ver en el Museo Mütter  de Filadelfia.  

La exhibición de estas piezas puede representar un problema de salud tanto para los trabajadores de los museos como para los visitantes. Sarah Everst, indaga sobre esta cuestión en "Radioactive artifacts".  Para ello, se entrevistó con Anna Dhody, comisaria del museo Mütter y con Donna Strahan, conservadora del Metropolitan, que estudió más de 400 objetos de vidrio, cerámica y esmaltes.

Este tipo de  "artefactos" son tratados de una manera especial. Dhody explica que "cuando una pieza llega al museo, sobre todo si procede de una donación, lo primero que hace es pasar un contador Geiger". Muchas de las piezas son tratadas por organismos especializados, en el caso de Estados Unidos, es el National Atomic Testing Museum (NATM) que limpia las piezas teniendo en cuenta el tipo de elemento radiactivo. En otros casos, a pesar de la descontaminación, las piezas se pueden ver en armarios de plomo con cristaleras.

Según Eric Norman, científico nuclear de la Universidad de California en Berkeley, que realizó un estudio sobre piezas chinas -platos anaranjados y teteras amarillas- los niveles de radiactividad no eran altos pero "no recomendaría tomar una ensalada o beber un té en uno de estos recipientes". Más vale prevenir...

Fuente: Artful Science

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