Cuando se patentó el Super Glue en 1957, no se podía imaginar las investigaciones que se están realizando para encontrar un pegamento quirúrgico que mejore el tiempo de respuesta de las suturas, las actuales tienen que reabsorberse, y que no produzca desgarros en los tejidos.
Harry Cooper (1917-2011) descubrió el cianoacrilato de metilo por casualidad mientras trabajaba buscando un material transparente para las miras plásticas de los fusiles empleados en la II Guerra Mundial. En 1958, año de comercialización, se comenzó a utilizar. El primer uso de este pegamento con fines médicos se realizó para unir tejidos de las heridas de los soldados en la guerra de Vietnam.
Desde entonces se investiga este otro uso del Super Glue para laceraciones menores e incluso complicadas cirugías. En 2001, en EE.UU. se comercializó el 2 octil cianoacrilato, una versión mejorada del cianoacrilato, que causa menos irritación y presenta propiedades antibacterianas.
En 2013, se desarrolló un adhesivo con microagujas, tres veces más fuerte que las grapas quirúrgicas, inspirado en un gusano parásito. Y en enero de 2014, investigadores de un hospital de Boston han descubierto un pegamento con el que se puede suturar el corazón. Se conoce como HLLA (siglas en inglés de Adhesivo Hidrofóbico Actiado con Luz) mezcla de dos componentes químicos, el glicerol y el ácido sebáceo, que funciona en contacto con agua u otros líquidos. Penetra en los tejidos, se seca mediante un pequeño rayo de luz ultavioleta y al ser elástico puede expandirse y contraerse con los movimientos del corazón, además tiene la ventaja de no producir calor por lo que no destruye el tejido circundante.
Otra alternativa es un super glue de nanopartículas, compuesto por óxido de silicio en polvo con agua. Los investigadores de la Universidad de Pierre y Marie Curie (Francia) lo utlizaron para pegar dos trozos de hígado de ternera.
Lo deseable sería encontrar un tipo de pegamento utilizable en cualquier tejido.