Desmontamos todas las falacias acerca de este fantástico alimento. Exponemos con claridad los principales malentendidos.
LEYENDAS URBANAS ALIMENTARIAS
A  veces   ni   siquiera   hace   falta   la   prensa,  los medios de comunicación o incluso algún científico que diga cosas raras. Simplemente el boca a boca o   los   foros   de   internet   son   suficientes   para demonizar   o   para   difundir   información   raruna sobre algún alimento. La página web Snopes, que se  dedica  a  recopilar  leyendas  urbanas, tiene  una sección especial dedicada a alimentación. Recoge mitos     como     que     en     alguna     cadena     de hamburgueserías han encontrado un hueso de rata y han tenido que pagar indemnizaciones millonarias, que otra cadena de comida rápida tiene pollos de seis  patas  y  no  puede  llamar  pollo  a  su  comida 
porque es sintética o que hay una combinación de dos    elementos    frecuentes    que    es    tóxica    de necesidad.

Entre   las   leyendas   urbanas   destacan   las relacionadas  con  la  leche,  posiblemente  por  ser uno de los alimentos más populares y por estar con nosotros desde que nacemos. La principal leyenda urbana     serían     los     presuntos     dietistas     o pseudointelectuales que  dicen que  beber  leche  es el  origen  de  todos  los  males  y  produce  no  sé cuántas enfermedades. Los argumentos que utilizan a  veces  son  tan  contundentes  como  que  «ningún animal bebe leche en su etapa adulta» o que «hay gente  que  no  puede  beberla».  Tampoco  ningún animal es capaz de cocinar un bacalao al pilpil y eso no es argumento para decir que el bacalao es malo. Cuando oigo tonterías sobre el  consumo de leche, me dan ganas de amorrarme a la ubre de una vaca   y   empezar   a   succionar,   y   eso   que   yo particularmente no soy muy de beber leche.

La  leche  es  un  alimento  fundamental  en  el desarrollo  infantil  de  todos   los   mamíferos.  El hombre,   a   diferencia   de   los   animales,   puede consumirla  durante  toda  su  vida  debido  a  que conserva  la  capacidad  de digerir  la  lactosa  (el azúcar   presente   en   la   leche),   y   además   ha desarrollado  la  ganadería  con  el  fin  de  obtener este  alimento.  En  la  naturaleza  los  recursos  son muy limitados,  y que  una  hembra  produzca  leche requiere  una  fuerte  inversión  energética que  no puede  desaprovecharse  alegremente. Las  hembras de muchos mamíferos se apartan de la manada en los  períodos  de  lactancia  y  así  evitan  que  los machos  devoren  a  las  crías.  También  hay  que considerar  que  muchas  especies  animales  en  la edad   adulta   desarrollan   una   dentadura   o   una mandíbula  que  impide  la  succión.  Ponle  un plato de  leche  a  cualquier  animal  adulto  y  verás  qué feliz  se  pone  y  con  qué  alegría  se  la  bebe.  Es decir, si en la naturaleza no beben leche es porque no pueden.
Por cierto, las personas que dicen que beber leche no es natural nunca van desnudas por la calle ni viven en cuevas, demostrando una absoluta falta de coherencia. Es cierto que hay algunas personas, incluso  algunas  poblaciones,  principalmente  las asiáticas,  que  presentan  intolerancia  a  la  lactosa por  haber  perdido  la  capacidad  de  digerir  este disacárido. Pues  este  tipo de  personas  no pueden consumir leche y ya está, pero ello no implica que la leche sea mala. ¿El marisco, los cacahuetes, las gramíneas  o  los  melocotones  son  malos?  Porque hay gente que tiene alergias  a esos  alimentos  que pueden ser  fulminantes y no por  eso decimos que el  alimento  sea  malo:  es  tu  metabolismo  o  tu sistema  inmune  el  que  falla.  Por  lo  tanto  no  hay ningún  problema  en  consumir  leche  durante  la edad adulta, si te gusta (que no es mi caso; no tomo más que la del cortado de la mañana).
