El pasado jueves, 28 de junio, Jeferson dos Santos Assumção impartió la conferencia Challenges of digital learning & culture in Brazil today, en el Salón de Grados de nuestra facultad. Assumção fue responsable durante cuatro años de la política del Libro, Cultura y Literatura de Brasil. En la actualidad es Subsecretario de Cultura del Estado de Rio Grande do Sul (Brasil) .
En 2003, con Lula da Silva llegó a Brasil una forma de entender la política cultural influida por el tropicalismo, movimiento que en los 60 desarrolló una estética propia, multicultural, con influencias de la bossa-nova, el rock, la música tradicional africana y el fado portugués, que trascendió lo musical. Muestra de ello es la figura del primer ministro de Cultura que nombró el presidente, Gilberto Gil, un músico de 70 años, personaje muy conocido de la cultura popular brasileña al que le llamaban "el ministro hacker".
En 2003 Brasil tenía un nivel de analfabetismo muy elevado, superior al de países vecinos, probablemente por el peso de la cultura oral en su población y el carácter ágrafo de las culturas africanas. Al frente del Ministerio de Cultura, Lula no situó a políticos convencionales, porque entendía la cultura, más allá del arte y la creatividad, como una forma más de ejercer la ciudadanía. Creía en los derechos culturales como el derecho a la participación en la vida cultural del país, no sólo a recibir la cultura que han desarrollado determinados empresarios o han seleccionado los políticos.
Ese enfoque exigía algo más que poner a disposición de los ciudadanos centros culturales públicos convencionales y subvencionar algún que otro espacio privado de cultura. Aparece entonces una idea revolucionaria dentro de los equipamientos culturales: los Puntos de Cultura, a través de los cuales el Estado promueve y financia manifestaciones culturales, pero no las crea ni interfiere en ellas. Se trata de convenios con grupos que tienen una iniciativa cultural (músicos, grupos de capoeira, danza, teatro...) y presentan un plan de trabajo. Los seleccionados reciben material multimedia y financiación durante 3 años, a cambio de generar algo nuevo y ponerlo en la red bajo licencias alternativas. Se les proporciona conexión de banda ancha, infraestructura multimedia digital y talleres técnicos en software de audio y video de código abierto.
Se empezó con 400 puntos, ahora están cerca de los 4.500 y se siguen creando nuevos Puntos. En el contexto de la cultura digital, lo importante no es el download sino el upload, la creación, la participación y la difusión. Se proporciona herramientas técnicas para que expresen sus modos de hacer y de vivir, su arte y su sensibilidad. La tecnología, la informática, es una parte más de esa cultura, y tiene valor instrumental. El proyecto se fundamenta en el software de código abierto, en el desarrollo de conceptos avanzados en derechos de autor yen la conciencia de que la apropiación de la tecnología por parte de la población es el movimiento social emergente que apoya la dinámica creativa de la era digital. El objetivo último de esta política cultural es generar ciudadanía digital.