Hay más recursos que el ventilador, el agua en todas sus formas (playa, río, botijo...) o la sombra de una parra para mantenerse refrigerado en las próximas vacaciones. Siendo esos métodos excelentes, la Biblioteca te propone el de acercarte a la brisa y el frescor de la literatura. Para facilitártelo, hemos preparado una lista de libros con cuatro notas comunes: todos firmados por autores (y autoras) que escriben en español; jóvenes o que acaban de serlo (no pocos ingenieros); todos publicados más o menos recientemente, algunos con la tinta húmeda todavía; todos se inscriben en el género de la ciencia ficción, el terror o la fantasía.
Empezamos por las escritoras. Aunque minoría (también en la presente selección), ya comienzan a situarse en posiciones emergentes dentro de los géneros y subgéneros que nos ocupan. Este junio proponemos la primera novela de la barcelonesa Jenn Díaz (1988). Belfondo es una fábula pueblerina, la crónica de un pueblo monstruoso, nada aconsejable para ir a descansar durante este tiempo abrasador. Arcadio, el maestro; Horacio, el enterrador; Beremunda, la prostituta (y su hermano Dositeo); Domitilda, la viuda... De este pueblo no ha salido nunca nadie. Los lectores, en cambio, lo pueden visitar.
Hemos elegido también a Laura Fernández (1981) y su Wendolin Kramer (a falta de Bienvenidos a Welcome, que no va a llegar a tiempo para ser incluido en este veraneo). Lleva el siguiente subtítulo: una historia de superhéroes, supervillanos y un chucho deprimido.
Quizás el libro con más altura de vuelo (y más reciente) de este elenco sea Iris, de Edmundo Paz Soldán (1967), profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell. La crítica ha recibido esta novela como una "descomunal distopía" sobre la forma en que se reinventan los individuos en tiempos de guerra.
También acaban de ser impresos Y pese a todo..., de Juan de Dios Garduño (1980) donde se describe el impacto devastador de una Tercera Guerra Mundial declarada durante el mandato del presidente Obama y en la que se utilizan armas químicas de fácil y barata fabricación. Y la segunda novela de Jesús Cañadas (1980): Los nombres muertos. Con ella asistimos a la búsqueda del grimorio Necronomicón por parte de tres conocidos escritores norteamericanos: H. P. Lovecraft, Robert E. Howard (autor de Conan el bárbaro) y Frank Belknap Long.
¿Son los vampiros compatibles con el verano? Algunos sí lo son, razonablemente. Diástole, de Emilio Bueso (1974), es un libro que puede leerse con toda tranquilidad a la luz del sol. No es uno de los más recientes de esta lista, pero sin duda interesará a los que gusten de mezclas de horror, amor y novela negra. Y ¿qué decir de los hombres lobo? ¿Tienen cabida en los días claros y en las brevísimas noches de la nueva estación? Nada mejor que una tarde de amatista y oro para entrar en Brañaganda, de David Monteagudo (1962), y en sus oscuras regiones.
También dejamos en el expositor los últimos tres premios Minotauro (PM):
Ciudad sin estrellas, de Montse de Paz (1970) (PM 2011), presenta las inquietudes de Perseo Stone, un adolescente que disfruta de una posición de privilegio dentro de una sociedad disptópica, férreamente estratificada.
La torre prohibida / Ángel Gutiérrez y David Zurdo (PM 2012). Ambos autores son ingenieros madrileños que han escrito juntos una veintena de libros de divulgación y fantasía, algunos de ellos presentes en la Biblioteca Complutense.
Panteón / Carlos Sisí (PM 2013). Si un bibliotecario quisiera reducir con celo clasificador esta space opera a unas cuentas palabras clave, estas serían: chatarra electrónica, corrupción, carrera armamentística, contacto alienígena.
Todos estos volúmenes estarán a tu disposición en un expositor ubicado en el pasillo de la planta primera de la Biblioteca. Allí también podrás encontrar las siguientes novedades: Apocalipsis Island, de Vicente García (1971); La cápsula del tiempo, de Miqui Otero (1980); Mujer abrazada a un cuervo, de Ismael Martínez Biurrun (1972), etc.