Guillermo de Ockham es un filósofo que nace en 1282, en una localidad al suroeste del condado de Surrey (Inglaterra). Su vida estuvo marcada por las circunstancias con las que se topó, permitiéndonos distinguir tres etapas:
La primera (1298-1324) se produce en Oxford donde comienza sus estudios, se vincula a la Orden Franciscana y realiza una serie de tratados teleológicos por los cuales, un año después, es llamado a la sede aviñonesa para responder a las denuncias que se habían presentado contra sus escritos. La segunda (1324-1330), en la curia papal de Aviñón entra en contacto con la polémica del momento, la pobreza evangélica, defendida por sus hermanos franciscanos, junto a los que huye en 1332 ante el temor de la decisión de la curia sobre sus obras. Por esta razón, será excomulgado, pero recibirá la protección y amparo del emperador Luis IV de Baviera. Se inicia la tercera etapa (1330-1347/49), que se desarrollará en la corte del emperador, en Múnich, donde Ockham desarrolla una incesante producción literaria político-religiosa que le llevará a enfrentarse con tres pontífices: Juan XXII, Benedicto XII y Clemente IV.
Sobre su muerte, existen dos hipótesis: la primera es que fallece a causa de la peste negra en 1349; la segunda, que muere en 1347, pues se ha encontrado una lápida en una iglesia franciscana de Múnich (en la que residía), con su nombre y fecha de fallecimiento.
La producción filosófico-política de Ockham es extensa, sin embargo en muchas ocasiones está llena de vacíos como es el caso de la obra titulada Dialogus del que poseemos el volumen primero, íntegro (1333-1334) y el tercero (1339-1341). Mientras en el primero aparecen esbozados los problemas políticos que le interesan, el tercero puede considerarse como una obra política de mayor plenitud. Dos obras contra el pontificado destacables son Compendium errorum papae Joanis XXII (1335) donde hace una crítica a la visión beatífica dada por el papa, y De imperiorum et pontificorum potestate (1346-1347).
Su filosofía político-religiosa se desarrolla en torno a dos temas intrínsecamente relacionados: la defensa de la pobreza franciscana y la separación de la potestad civil y la potestad eclesiástica. La pobreza franciscana hunde sus raíces en los momentos fundacionales de la Orden, y provocó la escisión entre los monjes en conventuales, que consideraban que la posesión de bienes no contradecía los textos evangélicos, y los espirituales, que consideraban que los bienes debían proceder de particulares o instituciones donantes. Los preceptos de estos últimos tratarán de ser deslegitimados por el papa Juan XXII a través de tres escritos, que podemos resumir en: la pobreza evangélica no implica una vida de privaciones sino de caridad; Cristo y los apóstoles si tuvieron posesiones, y además Cristo fue rey en lo temporal y en lo espiritual, a lo que Ockham responderá que «Cristo en cuanto a hombre mortal no tuvo de ninguna cosa el dominio que en la Escritura se llama propiedad. No obstante, se le podrá llamar señor (dominus) por antonomasia debido a la prerrogativa de la unión en él de la naturaleza humana y divina y de la santidad y de otras gracias».
En cuanto a la separación de potestades (que tiene similitudes con su filosofía ontológica: separación razón-fe) se caracteriza porque el Papa tiene potestad en lo espiritual y el Emperador en lo temporal, el primero ha de buscar la salvación de los fieles predicando la palabra de Dios, y el segundo, el bien común de la sociedad a través del sometimiento de los bienes materiales. Para poner en cooperación ambos poderes, creará la "vía media", donde, ocasionalmente, los emperadores podrán intervenir en lo espiritual y los papas en lo terrenal.
Sin embargo, debido a la inestabilidad de su situación en Múnich, pues su supervivencia depende de las relaciones entre el emperador y el papa, Ockham dará un mayor poder al emperador donde defiende que si colegio cardenalicio experimenta una verdadera crisis, el Emperador será el único capaz de seleccionar al papa por su condición de rey de romanos y rey positivo, pero el Papa no podrá hacer lo mismo, desposeyéndole así de la plenitudo potestatis en lo temporal. Pero irá más allá, defiende que si actúa en contra de la ley natural o divina, pierde su legitimidad, y por otro lado, su poder no es total porque existen comunidades de infieles.
BIBLIOGRAFÍA:
LEÓN FLORIDO, Francisco: Historia del Pensamiento Clásico y Medieval. Madrid, Editores, S.A., 2019.
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PEÑA ENGUREN, Esteban: La filosofía política de Guillermo de Ockham: relación entre potestad civil y potestad eclesiástica : estudio sobre el "Dialogus, pars III" Madrid, Ediciones Encuentro, S.A., 2005.