En los instantes en que me ocupo de los entresijos de este ensayo, Joaquín Ramón Martínez Sabina (1949) debe de estar probando a cucharadas ese bol con sal (que no otra cosa) que le acompaña en cada gira, aunque para salivar bien le bastaría un paquete de cigarrillos o esos dos litros que bebe diarios -y que el médico no especificó que tuviesen que ser de agua-. Por desgracia, nosotros dejaremos de salivar cuando suba con su lánguida silueta, coronada cual cerilla por ese remate en forma de bombín, y toque por última vez aquellos compases que encañonan un "Lo nuestro duró...". Porque lo que ha durado más de medio siglo llega el 30 de noviembre a su fin: Joaquín Sabina se despide de los escenarios.
Como anunciaba la nota de prensa oficial lanzada el verano pasado, "Joaquín Sabina ha decidido despedirse de los escenarios multitudinarios con HOLA Y ADIÓS", en una gira que comenzó en México, recorrió una decena de países y finaliza aquí, en Madrid. Con motivo del punto final que supone esta gira a una carrera legendaria, vamos a hacer un repaso a la vida de un artista que nunca fue ni tan joven ni tan viejo.
Es cierto que Sabina, a pesar de sus tablas durante casi medio siglo, nos ha asustado no pocas veces. De por sí, la gira de 2023 Contra todo pronóstico parecía, efectivamente, la última contra todo pronóstico. Jamás se anunció como tal, pero algunos de sus músicos pensaron que la carrera del ubetense acababa ahí, rumores siempre alimentados por su irregular estado de salud: desde un infarto cerebral en 2001 hasta la célebre caída en el final de la gira No hay dos sin tres, junto a Serrat. Ese episodio se dio apenas un mes antes del confinamiento que la pandemia de covid forzó, por lo que dicho concierto nunca se repitió íntegramente. Tras el encierro, Sabina reiteró su deseo de volver a los escenarios, y así ha sido: tanto la gira de 2023 como la presente las ha cumplido con creces, sin ataques de ansiedad ni afonías imprevistas.
El lugar elegido por Sabina para poner el broche de oro a toda una vida sobre los escenarios ha sido su hogar: Madrid. En esta última gira ha ofrecido diez conciertos aquí, una ciudad a la que se mudó en 1978 tras su exilio en Londres. Sabina llegó al Reino Unido en 1970 huyendo de la policía española (y de la mili), pues había lanzado un cóctel molotov contra una oficina del Banco de Bilbao en protesta contra el Proceso de Burgos. En Londres, Sabina comenzó a ganarse la vida como cantante, ya fuese en pubs y locales de alterne o participando en festivales y actos políticos junto a otros exiliados y músicos españoles. Tal vez fue en esos momentos donde el Flaco se vistió, más que nunca, de cantautor, ya que a su regreso a España se encaminó por otros derroteros. A propósito, en sus últimas giras Sabina ha vuelto siempre a Londres, la primera ciudad que le influyó como artista.
Sabina en su piso de Tabernillas, Madrid, 1978. Esta imagen daría pie a la portada de su primer disco, Inventario, del mismo año. Créditos: Clarín.
Pero estábamos (o, pongamos que) hablando de Madrid: Sabina regresa a España en 1977 y se instala en la capital, desde donde impulsa su perfil musical. He aquí una diferencia sustancial entre Sabina y sus coetáneos: su exilio le acercó a unas formas musicales lejos de la canción netamente protesta. Sabina bebió del rock and roll, de los Rolling Stones y de los Beatles, con veneración por la lírica de Dylan y Cohen, evitando ser un "cantante tan afrancesado como los de mi generación". A su llegada a España el cancionero protesta agonizaba merced de los nuevos tiempos democráticos, lo que imposibilitó que desarrollase un repertorio protesta per se, más que en su primer albúm Inventario (1978). La canción protesta no es habitual en el repertorio sabinero porque Sabina no la vivió en su contexto. Por el contrario, Sabina comenzó a escribir a ciudades, a amores pasajeros, a drogadictos y a personajes de la cultura popular, ya fuesen El Dioni, Cristina Onassis, Torrente o al Atlético de Madrid. Un variopinto crisol de personalidades que fácilmente podemos identificar en temas como Todos menos tú y que surgieron al calor de las transformaciones sociopolíticas que modernizaron Madrid y España, cuyo ejemplo más notorio es la Movida Madrileña. Testigo (que no partícipe) de dicho fenómeno, su paso por locales como La Mandrágora le catapultaron a sus primeros trabajos importantes en la década de 1980. Sobre si Sabina es o no un cantante de "la Movida", caben recordar sus palabras:
"La Movida eran los pelos de colores y los ritmos modernos [...] luego, con el paso de los años se nos ha incluido en eso, pero para nada en aquel entonces...".
Madrid, la ciudad sempiterna que le sostiene desde 1978, será el escenario de su último vals. Pero no ha sido la única privilegiada, pues otra ciudad empata el record de conciertos en esta última gira: Buenos Aires. La capital argentina le recibió por primera vez en 1989, y desde entonces es una privilegiada habitual en sus giras, y tampoco falta en la lírica sabinera, con dos temas monumentales: Con la frente marchita y Dieguitos y Mafaldas, que en clave futbolística nos habla de uno de sus grandes amores, Paulita. A propósito, Sabina tiene dos hijas (Rocío y Carmela) de su relación con Isabel Oliart, hija del exministro Alberto Oliart. Y es que Sabina, a pesar de su nula vocación como autor de canción protesta, siempre ha presumido de amistades de todas las ideologías: íntimo durante años del exalcalde de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón, llegó a componer una canción junto al guerrillero mexicano subcomandante Marcos (Como un dolor de muelas), y estuvo una noche "tomando copas con Fidel Castro". Esa afinidad con la izquierda latinoamericana parece haberse roto en los últimos años, como -seguramente sin ser consciente del revuelo que provocaría- declaró en una rueda de prensa previa al estreno del documental sobre su vida que rodó el cineasta Fernando León de Aranoa, Sintiéndolo mucho.
Sabina en un concierto en Buenos Aires, 2010. Créditos: EFE & RTVE.
Pero el Flaco sigue siendo un amante de Hispanoamérica; a Chile compuso Violetas para Violeta, a Cuba Postal de la Habana y a Perú Rosa de Lima, dedicada a su mujer Jimena Coronado, mientras que en México es recibido casi con devoción, y no es para menos, pues el que es, probablemente, su tema más internacional (y así lo atestiguan más de 132 millones de reproducciones en Spotify) es la ranchera por excelencia: Y nos dieron las diez. Curiosamente, comparte su primer verso con Ojos de gata, de Enrique Urquijo (y aquí podríamos extendernos en la colección de amistades musicales que atesora Sabina, incluyendo a Serrat, Calamaro, Ariel Roth, Alejo Stivel, Leiva...).
Podríamos hablar eternamente de Joaquín Sabina, cuya figura y obra abarca mucho más que las ciudades donde ha brillado. Podríamos hablar de todos los géneros en los que ha trabajado (desde el puro rock con la eterna Pacto entre caballeros hasta el rap más insólito que supone Como te digo una "co", te digo la "o"), o de su participación en bandas sonoras, festivales de música, eventos populares o programas de televisión. Y sin embargo, creo que la forma más adecuada de cerrar este pequeño homenaje en forma de ensayo es retraerse, de nuevo, a su idolatría por Madrid, esa ciudad en la que nunca sintió ni pensó "aquí me voy a quedar" hasta que llegó. Pero también quiero cerrar estos párrafos con la Historia, esa disciplina a la que me subordino: Madrid, Sabina y la Historia no son meramente su legado físico en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes -donde en 2021 legó su bombín, el manuscrito original de Que se llama Soledad y algunos dibujos-, sino una canción, la que es para él su canción favorita: De Purísima y Oro.
Como el Flaco cree que esta canción es difícil de cantar en público por su carga de simbolismo y memoria popular, y en agradecimiento a toda una vida brindándonos algunas de las canciones más hermosas y reconocibles de nuestro patrimonio cultural, hemos de rematar estas líneas con ella. Dejense llevar quiénes nunca la han catado, y quiénes sí... que se dejen llevar una vez más. Porque, en realidad, Nos sobran los motivos para no despedir nunca a Sabina.
Fuentes consultadas:
Menéndez Flores, Javier, & Sabina, Joaquín. Yo también se jugarme la boca. Sabina en carne viva. Barcelona: Ediciones B, 2006.
Menéndez Flores, Javier. Joaquín Sabina: Perdonen la tristeza. Barcelona: Libros Cúpula, 2018.
Soto Zaragoza, Javier. "La protesta política en el cancionero de Joaquín Sabina: análisis de un "no tema" y reflexiones acerca de un compromiso apolítico". Kamchatka. Revista de análisis cultural no. 22 (2023): 623-645.
Millás, Juan José. Conversaciones Secretas: Joaquín Sabina. Canal +, 2011. 71 mins. Disponible en https://www.youtube.com
León de Aranoa, Fernando. Sintiéndolo mucho. Avalon, 2022. 120 mins.
Te invitamos a descubrir más detalles sobre la vida y obra de Joaquín Sabina a través de los fondos de la Biblioteca Complutense.
