Dentro del arte antiguo hay muchas civilizaciones que aún no conocemos con demasiada profundidad. Antonio Blanco Freijeiro en Los Hititas (1985) y Pedro Sáez Fernández en Los Hititas (1988), nos dicen que ese es el caso del imperio hitita, que se localizaba en la península de Anatolia, siendo el centro de la red de comunicaciones entre el Mediterráneo y Próximo Oriente. Su arte, se piensa que es el fruto de una mezcla de diferentes elementos étnicos, tanto indoeuropeos, como hurritas o hattianos, además de egipcios y asirios, que una vez asimilados eran readaptados y tomados como propios.
El imperio hitita tenía su capital en Hattusa, situada en noreste de la península de Anatolia. Esta ciudad consta de dos partes, la conocida como ciudad baja, perteneciente al Reino Antiguo y la ciudad alta, de Época Imperial. Según Consuelo Gómez en El Arte en el Próximo Oriente Antiguo (2006), lo más destacado de la ciudad de Hattusa es la arquitectura, donde se incorporaron nuevas técnicas de construcción y el uso de materiales nuevos como la piedra, la madera y el adobe, además de la inclusión de la arquitectura en la naturaleza, el empleo de ortostatos o la creación de nuevas tipologías de templos y palacios. Hattusa es también el mejor ejemplo de arquitectura militar imperial.
Es en esta ciudad donde se ven las construcciones ciclópeas en las murallas con grandes puertas monumentales, al igual que en ciudades griegas como Micenas, y donde sobre todo, se aprovecha el terreno con un fin estratégico y defensivo. Las tres puertas más importantes de la ciudad alta son: la Puerta del León, la de la Esfinge y la del Rey, todas ellas se caracterizan por ser grandes bloques de piedra que soportan las murallas y que tienen esculpidos relieves de leones, esfinges y dioses, donde se ve la influencia de culturas como la mesopotámica y la asiria, con los lamassus, y de la egipcia, con las esfinges.
Los hititas también introdujeron un nuevo tipo de templo diferente al mesopotámico, ya que la planta es más cuadrada y las estancias están reorganizadas en torno a un patio, donde la cella se encuentra desplazada a un lado, para que no sea posible ver la estatua del dios. Esta estructura puede verse en los cinco templos de la ciudad. Además de estos templos en la ciudad, existe a un kilómetro de la misma un santuario excavado en la roca, donde los relieves de los dioses y los reyes están tallados en las cornisas rocosas, a modo de ortostatos. Este santuario también sigue la estructura del templo hitita, aunque lo más importante de este lugar es la manera en la que se une la Naturaleza con la Arquitectura.
Por último hay que nombrar el palacio de Hattusa como ejemplo de un gran complejo arquitectónico con gran número de estancias con uso residencial, económico y político, y estructura abierta, con estancias largas y estrechas organizadas en torno a varios patios.
El conocimiento de esta civilización sigue siendo complejo, ya que no poseemos información escrita sobre ellos, a excepción de cartas y tratados de otras civilizaciones coetáneas, sin embargo contamos con amplia bibliografía disponible en la Biblioteca de Geografía e Historia, que intenta arrojar luz sobre este imperio, destacando libros generales en español como el de Federico Lara Peinado El Mediterráneo Oriental, Historia del Arte del Próximo Oriente de F. Olaguer-Feliú, o el Arte en el Próximo Oriente Antiguo de Consuelo Gómez López. Con mayor especialización en arte e historia, podemos encontrarnos libros tanto en español como en otros idiomas, como The Art of the Hittites, de Ekrem Akurgal, Los Hititas, de Oliver Gurney o artículos de revista como El curso del río Éufrates y su valor simbólico entre los hititas de Anatolia (segunda mitad del II milenioa.C.); El Imperio Hitita. Características esenciales y cauces de desarrollo de una organización imperial hegemónica del Oriente Próximo (II milenio a.C.); Rituales mágico-religiosos hititas relacionados con el mundo militar o El simbolismo religioso de las elevaciones montañosas en el mundo hitita. Su denominación e iconografía, todos ellos de J.M. González Salazar.