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La hija de Robert Poste de Stella Gibbons

Carlos Lombas Huerta 14 de Julio de 2010 a las 10:22 h

"Que otras plumas se ocupen de la culpa y la desgracia" .Jane Austen en Mansfield Park

La buena comedia en la literatura, en el teatro, en el cine y en la vida, ha de manifestarse, dosificada. Cualquier exceso en el uso de sus elementos, se nos hace esperpéntico.

Esta novela es una comedia, que sostiene dentro la tragedia, si por ella entendemos la vacua existencia de aquellos habitantes de la granja de Cold Comfort, hasta la llegada Flora, La hija de Robert Poste, que después de quedarse huérfana decide vivir de sus parientes, y elige a estos, los Starkadder.

Con apenas cien libras al año, sus costumbres londinenses, y mucho, mucho ingenio, ha de convertir en respirable aquel sumidero de endemoniados campesinos. Nadie sale bien etiquetado de este experimento que enfrenta las costumbres rurales, con los refinados modos que Flora trae de Londres.

Se muestra la falta de higiene, el fanatismo religioso, un machismo asociado a los instintos primaverales de animales, vegetación y humanos en el orden que la jerarquía establece, por la edad y las responsabilidades.

La abuela delirante, repiquetea con su visión infantil, ese ¡todo está perdido!, pero fija un recuento familiar anual para mantener el poder; el seductor de sirvientas cuando explota el sarmiento y fecunda; el redentor de almas; la madre hechicera y determinista; la generación joven abandonada a la glotonería, la timidez y la suciedad, donde sus hijos nacen salvajes. Ante esto, el propósito chispeante de Flora: ¡que el agua limpia, revive los colores!

No importa que al exponernos ese universo caótico, Stella Gibbons, nos resulte incomoda, pues traspasa las perezas, con su ingenio, en boca de la autosuficiente Flora, y deja que a veces se pegue a nuestros dedos, el grasiento hollín de la  desidia, que muchas veces palpamos hoy, a nuestro alrededor, para valorar destellos posteriores.

Los asteriscos que la autora pone en los pasajes que más definen su estilo,  dan la sensación de orden, que Jane Austen tanto admiraba en la ambientación de sus novelas, y  contrasta este anárquico proceder de esos familiares sin pautas, con lo que ambas, autora y protagonista, le dan de valor primordial al equilibrio ético y estético, en las relaciones o en las exhibiciones.

Todo está descrito con irónico humor. Desde el principio, hasta ese final donde convergen en un frenesí de hechos, alimentos y modos de vida, el mundo rural y el gran Londres, en un acontecimiento único, que les sirve a todos, para liberarse de etiquetas y  rudezas  obsesivas.

La hija de Robert Poste fue llevada a la pequeña pantalla en una miniserie de 1968, dirigida por Peter Hammond, con Sarah Badel en el papel de la protagonista Flora Poste.

Pero la versión que obtuvo un gran éxito fue la que producida por la BBC, y ambientada en localizaciones naturales de Inglaterra, dirigió en 1995 John Schlesinger, con Miriam Margolyes, Rufus Sewell, Ian McKellen, como el predicador, Kate BeckinsaleJoanna LumleyFreddie JonesEileen Atkins, Stephen Fry, Sheila Burrell, donde la joven Flora Poste, allá por los años 30 del siglo XX, tras perder a sus padres y con una baja asignación como renta, decide escribir una novela, y para ello busca entre los parientes que no conoce, los argumentos y la tranquilidad de su granja, Cold Comfort.

Una película llena de optimismo.

Stella Gibbons nació en Londres en 1902. Fue la mayor de tres hermanos. Sus padres, ejemplo de la clase media inglesa suburbana, le dieron una educación típicamente femenina. Su padre, un individuo bastante singular, ejercía como médico en los barrios periféricos más pobres de Londres, aunque tenía tendencias suicidas, le encantaba el alcohol y el láudano, y era dado a los ataques de odio hacia el género femenino en general. Esta turbulenta infancia marcó a Stella Gibbons, que utilizó parte de ese material para crear a los grotescos Starkadder, protagonistas de su obra maestra, La hija de Robert Poste. En 1921, Stella se matriculó en periodismo, y luego empezó a trabajar en la British United Press. En 1926, Maudie, la madre de Stella, murió, y su padre la siguió pocos meses después. En 1930, mientras trabajaba en el Evening Standard, publicó un libro de poemas, The Mountain Beast, que recibió elogios de la mismísima Virginia Woolf. L Fue publicada en 1932 y su éxito fue instantáneo (aunque fuera prohibida en la recién nacida República de Irlanda por su velada defensa de la contracepción). En 1934 la novela fue galardonada con el Prix Femina-Vie Heureuse. De hecho, Gibbons es conocida casi exclusivamente por esta obra, que conoció varias secuelas y adaptaciones cinematográficas, y que está considerada la novela cómica más perfecta de la narrativa inglesa del XX. Stella Gibbons es autora de veinticinco novelas, entre las que destacan Basset (1933), Enbury Heath (1935), Nightingale Wood (1938) o Here Be Dragons (1956), amén de tres volúmenes de relatos y cuatro libros de poesía, la mayoría de ellos muy vendidos y celebrados en el mundo anglosajón. Estuvo casada durante más de veinticinco años con el actor y cantante Allan Webb, que murió en 1959. Dejó de publicar en 1972, aunque escribió dos novelas que fueron publicadas a su muerte, hecho que aconteció en 1989 en Londres. Está enterrada en el cementerio de Highgate. (datos de editorial  Impedimenta).

John Schlesinger (1926-2003),fue un director inglés surgido del Free Cinema en la década de 1960. Radicado en los Estados Unidos, desarrolló una carrera ecléctica y muy apoyada en el cine mainstream hollywoodense. Nacido en Londres, tuvo un temprano interés por el cine cuando a los 11 años le regalaron una cámara de 9,5 mm. Durante la segunda guerra mundial hizo un documental amateur: Horrors. En 1945 se interesó por el teatro y se incorporó a la Oxford University Dramatic Society y luego fue presidente de la Oxford Experimental Theatre Company. Entre 1952 y 1957 trabajó como actor en distintas compañías teatrales, en cinco filmes, en TV y en radio. En 1956 realizó Sunday in the Park, un documental de 15 minutos.

Posteriormente trabajó como documentalista de la BBC. En 1961 realizó Terminus, un documental sobre la estación de ferrocarril Waterloo de Londres. La calidad del trabajo animaron al productor Joseph Janni a proponerle la dirección de largometrajes, debutando  con
Esa clase de amor (1962). De su extensa producción, cabe mencionar Billy Liar (1963), Cowboy de medianoche, (1969), Marathon Man (1976), Mesas separadas (1983) Madame Sousatzka  (1988), De repente un extraño (Pacific Heights) (1990), El inocente (1992), Ojo por ojo (1996) y The Next Best Thing (1999).

Las realizaciones del período pre-Hollywood cimentaron su fama como director de actores, con una mirada profunda y escéptica sobre las relaciones y conflictos afectivo. (Datos de imdb)

 

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