Cuando era niña, mi padre me regaló una numerosa colección de cuentos de hadas del mundo, de exóticos países lejanos o de tierras más cercanas: cuentos de hadas ingleses, japoneses, nigerianos o suecos, que mi madre me hacía leer en voz alta cuando terminaba los deberes y que poblaron mi infancia de personajes fantásticos que me enseñaron, para siempre, que hasta en la imaginación, el mundo era plural y diferente.
Hoy, es mi hijo quien vuelve a regalarme relatos, estos cuentos cortos de distinta procedencia, que cierran un círculo mágico y afectivo en torno a la lectura.
En 173 páginas se nos ofrecen 20 fantásticos relatos escritos desde Japón, Polonia o Nueva York y redactados entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX por otros tantos autores de la literatura universal en letras mayúsculas.
Ordenados inteligentemente por orden alfabético de sus autores (lo contrario sería un menoscabo para el resto), los hay irónicos y crueles, tiernos y filosóficos, históricos, críticos, fantásticos..., y todos y cada uno de ellos invitan a la reflexión: Cuentos breves para leer en el bus
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