La contabilidad es un idioma, el lenguaje de los negocios, un sistema de comunicación entre aquellos que toman decisiones (consejos de dirección, mandos directivos, propietarios, inversores, trabajadores, sindicatos, proveedores, clientes, medios de comunicación...) y las empresas, que carecen de ojos, manos y boca para poder expresarse. De ahí que la contabilidad haga de intermediaria, entre los interesados en la evolución de un negocio y el ente económico, ayudando a decidir: si contratar o despedir a trabajadores, si es rentable fabricar o externalizar productos o servicios, si se puede negociar un mejor convenio colectivo, si invertir o no en esa o aquella empresa, si un cliente es fiable o no, si podemos mantener estable el suministro de materia prima, qué empresa o sector tiene más potencial para invertir a largo o a corto plazo...
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