Una divertida y cáustica novela que desenmascara a artistas, intelectuales, magnates y demás próceres.
Una de las más interesantes novedades de entre los libros publicados el año pasado en España fue La hija de Robert Poste de Stella Gibbons [reseña en Sinololeonolocreo], publicada en 1932 con gran éxito en Gran Bretaña, terminó por ser considerada una de las obras más logradas de la narrativa cómica inglesa. Diecisiete años después, en 1949, Stella Gibbons escribió la continuación: Flora Poste y los artistas, también inédita en España hasta ahora. Se trata evidentemente de una secuela, si bien, no se trata de la típica secuela "comercial": no fue escrita aprovechando el tirón de ventas de la primera, sino que esperó diecisiete años, y los dos títulos protagonizados por la entrometida y "arreglatodo" Flora Poste son mucho más diferentes de lo que parecen a simple vista.
Flora Poste y los artistas es algo menos divertida que su predecesora, aunque la pluma de Stella Gibbons está más afilada que nunca. La autora, mucho más mordaz que nunca, caricaturiza a la sociedad inglesa de la época. Se trata de una novela alegre en la que la autora derrama ingenio y optimismo mientras arremete contra literatos y otros artistas.
Los tiempos han cambiado y, entre otros desastres, ha habido una guerra mundial, la segunda. Ya terminó la época de los felices años veinte e Inglaterra, semidestruida y en la ruina, sobrevive a duras penas con graves dificultades económicas. Flora Poste y los artistas es una novela más triste, más lúcida, y en ella Stella Gibbons arremete contra la hipocresía, la codicia y sobre todo la estupidez.
La protagonista, la Flora Poste de La Hija de Robert Poste, es el testigo vivo, el faro imperturbable, aunque su vida esté llena de deberes, que nos señala cuánto han cambiado las cosas: ya no quedan Starkadder en Cold Comfort Farm y la granja, que ya no produce nada, ha sido convertida en un centro rural de congresos y encuentros.
La rehabilitación integral de la granja, que tan bien arreglaron los Starkadder bajo la dirección de Flora, la ha convertido en algo inútil y vacío donde pintores, escultores, empresarios e ingenieros, pertenecientes a lo más moderno de las tendencias artísticas y económicas, se reúnen para intercambiar planes y estrategias con las que convencer y engañar al gran público entre borracheras y banquetes. Sin embargo, todo parece bello, limpio, ordenado... ¿Por qué no le gusta a Flora? Por su inutilidad, por supuesto.
Todos estos personajes estúpidos e inútiles son desenmascarados por Stella Gibbons, a través de Flora Poste, su alter ego, y son revelados a través del humor como estúpidos, mentirosos y egoístas. Y además Flora consigue reponer a sus parientes al frente de la granja de la que habían sido expulsados por sus trifulcas, por sus rupturas, por el abandono. En definitiva nos dice que la unión de las personas más o menos sensatas permite luchar contra el engaño, la inutilidad y la estupidez.