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Una de acción

Ana Isabel Rábade Obradó 22 de Octubre de 2008 a las 11:17 h

Con frecuencia andamos tan preocupados por la novedad, que nos olvidamos de los clásicos. A pesar de la moda sushi, algo tendrá el pan cuando lo bendicen, y lo mismo ha de ocurrir con los libros que se nos vienen transmitiendo a través de los años, los siglos o los milenios.

            Como decía Byron en su Don Juan, "Mi estilo es empezar por el principio", y ya que este blog está en sus comienzos, para abrir boca con los clásicos, ¿por qué no la Ilíada?

De las obras supuestamente atribuidas al supuesto Homero, en los tiempos que corren suele preferirse la Odisea. Ulises -astuto y aventurero, rey de Ítaca pero nieto de un auténtico cuatrero- y la narración de sus andanzas -tan semejantes a veces a cuentos fantásticos- nos resulta mucho más "moderno". La lucha encarnizada entre heroicos guerreros sangrientos y vengativos, dispuestos a arrastrar literalmente por el polvo el cadáver del enemigo caído, parece mucho más arcaica (aunque bastaría un ratito con la play).

            Para enfrentarse a la Iliada, un par de recomendaciones previas.

La primera, olvidarse de lo que uno cree saber de la historia (incluyendo películas de dudoso casting). Por poner un ejemplo, cuando comienza la narración de la Iíada el rapto de Helena ha ocurrido ya hace años y la bella espartana es un personaje muy secundario. De no seguir esta sugerencia, se corre el riesgo de acabar compartiendo demasiado fácilmente el juicio sumario de Daniel Defoe -sí, el del manitas del bricolaje perdido en una isla casi desierta-: "¡Tanto lío por el rapto de una puta!" (Defoe dixit). Para orientarse inicialmente respecto al tema de la obra, lo mejor es hacer lo que haría cualquier griego: leer la invocación inicial del coro. Tampoco es conveniente dar por supuestas relaciones entre los personajes que Homero no sugiere. Me refiero, por ejemplo, a las relaciones entre el fornido Patroclo y el divino Aquiles. Si hacemos caso a Homero, son sólo amigos -"amigos del alma", si se quiere- y nada más. Es importante para entender la obra (y, en general, el mundo griego, cuyo sentido de la amistad, de la philía, con frecuencia no comprendemos).

Segunda: hacer de tripas corazón con las traducciones. Conozco varias y, sinceramente, ninguna me gusta. Es una lástima que los traductores, cuando abordan una obra clásica, se esfuercen por hacer filología y no literatura. En griego, la Ilíada es una delicia; en castellano, no tanto -traduttore, traditore, en este sentido -.

En cualquier caso, sugeriría dos posibles versiones castellanas. Una opción es la traducción de E. Crespo Güemes para Gredos (ahora disponible en los kioskos), típica traducción filológica, de seguro correctísima, pero que nunca te permite olvidar que estás leyendo una traducción, y que, por sus notas, acaso merecería ser enviada a la sección Leyendo se va a... de este blog. Yo agradecería más, por ejemplo, un dibujo de un guerrero griego bien armado, antes que la obsesión por intentar identificar todos los lugares citados (¡ni que fuera una guía de viajes!).

Como otra posibilidad propongo la edición bilingüe de R. Bonifaz Nuño para la UNAM, que posee la ventaja, para quien sepa siquiera un poquito de griego, justamente de ser bilingüe. El estudio introductorio me parece, además, bastante gracioso con una interpretación como poco extemporánea de Aquiles como representante del imperialismo. Vamos, que casi hay que imaginar a Aquiles ocultando sus rizos dorados bajo un sombrero tejano y protegiendo con espuelas sus delicados talones (¡más le hubiera valido!).

            Por esto último podríamos empezar ahora para invitar a la lectura de la obra. ¿No se ha dicho muchas veces que los western representan la épica de los tiempos modernos? Pues la Ilíada es la de los tiempos antiguos y, desde luego, no tiene nada que envidiar.

            Hay acción. Mucha. Descrita con esa plasticidad con la que Homero -o quien fuera- sobresale entre todos. ¡Esas comparaciones! ¡Esas descripciones de las batallas (la manera en que las armas hieren los cuerpos atravesando las armaduras y los huesos, desgarrando la carne; el retumbar de las armas; los vaivenes de victorias y derrotas; las idas y venidas)! ¡Los combates singulares cuerpo a cuerpo! ¡Las bravatas! ¡Las acciones y reacciones de los guerreros que tan pronto se envalentonan como se acobardan! ¡Qué gran director de cine se ha perdido! (si John Ford era tuerto, ¿por qué no un ciego?).

            Hay excelentes personajes fieles a quienes son. El astuto Ulises, siempre entre los mejores aunque le falte algo de planta. El voluble y algo vanidoso Paris, que aparece en el campo de batalla ataviado con una piel de leopardo (deliciosa la bronca de hermano mayor que le dedica Héctor reprochándole no el ser cobarde, sino un bandarra). Agamenón, insuperable representante del poder, preocupado siempre por mantenerlo, pero también por su hermano menor, el traicionado Menelao. Héctor, siempre humano (hay quien diría que casi "se come" la película), quien, como Ulises, hubiera preferido no luchar, pero se siente obligado a ello porque "ha aprendido a ser valiente". Y, como no, Aquiles, el joven héroe hijo de una diosa que comienza comportándose poco más que como un adolescente enfurruñado porque le ningunean y, después, a través de la amistad y la muerte, acepta y aprende a morir como un hombre.

            Hay, pues, amistad, hay amor (entre amigos, entre marido y mujer, entre padres e hijos). Hay, por supuesto, venganza. Hay compasión hacia los hombres que, aun si son héroes y, por tanto, más altos, más fuertes y más valientes, también están condenados a morir cuando llegue su día, a diferencia de los dioses inmortales. Hay duelo -por los compañeros, por los esposos, por los amigos, por los hijos- y hay reconciliación -la maravillosa escena final entre Príamo, padre de Héctor, y Aquiles-. Hay frases inolvidables. Hay sabiduría literaria para decidir cuándo empezar y cuándo concluir un relato -no hace falta que veamos morir a Aquiles, sabemos, como él lo sabe, que morirá en Troya-. ¿Qué mas se puede pedir?

            Para quien todavía esté en dudas, propongo abrir el libro, no por una página al azar, sino por un lugar bien preciso. Canto VI, despedida entre Héctor y Andrómaca, su mujer. Ambos saben que Héctor va a morir y que Troya será arrasada. Andrómaca será esclavizada y el pequeño hijo de ambos -Astaniacte, al que su padre prefiere (?) llamar Escamandrio-, todavía un bebé, también encontrará acaso la muerte. Se trata de una de las escenas más hermosas de toda la historia de la literatura: el pequeño se asusta del tremolante penacho del casco de su padre; Héctor, tras quitarse el casco y dejarlo a un lado, toma al niño en sus brazos y lo mece soñando para su hijo un futuro que, casi con seguridad, no tendrá; Andrómaca ríe entre lágrimas; Héctor acaricia su rostro. Después de dejar a su mujer, Héctor se reúne con Paris -que ha desaparecido del campo de batalla para aparecer en la cama de Helena- y le dedica su fraternal rapapolvo. ¡Para que luego algún experto erudito venga con que la Ilíada es la obra de un torpe compilador!

Ana Isabel Rábade Obradó

 

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Comentarios - 8

Almost Chinese

8
Almost Chinese - 27-11-2009 - 14:09:28h

Aquí, Ana Isabel, coincido totalmente contigo. La he leido 3 veces; si hasta me gusta el catálogo de las naves. Una edición al estilo de lo que dices, no tan erudita pero, a mi me parece, muy amena de leer y en un estilo muy bello, casi musical dira yo, es la de Editorial Juventud colección Z, traducido por Luis Segalá; creo que está reeditada. Además tiene al principio de cada capitulo ilustraciones a plumilla muy bonitas que te gustarian. La unica pega que les pongo, es que los nombres de dioses y heroes elegidos son los equivalentes romanos.

Sindo Villar

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Sindo Villar - 7-11-2008 - 14:26:00h

Me siento muy pequeño ante la Iliada y este efecto me produce una gran satisfacción.

Lena

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Lena - 5-11-2008 - 17:56:22h

No puedo dejar de animar a leer, a los que no lo hayan hecho ya, o a releer la Iliada. No sintáis ningún prejuicio por saltaros algún canto como el catálogo de las naves (un poco pesado, pero propio de la tradición épica) y sin embargo no dejéis de fijaros en esas diputas entre dioses que son fiel reflejo del mundo de los humanos: ¡qué gran escena la de Zeus decidiendo a qué héroe favorecer! ¡Qué erotismo el de la escena de la reconciliación de Zeus y Hera! ¡Qué minuciosa descripción la fabricación de las armas por parte de Hefesto!

Andoni Calderón

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Andoni Calderón - 23-10-2008 - 20:31:40h

Yo soy de los que no he leído la Illiada. Sin embargo el comentario de Marina me ha animado a intervenir, abriendo en este blog una de las vías que vengo rumiando abrir: la de las historias dibujadas, conocidas como cómic, tebeo, historieta...
En concreto en este caso, para hablar de una obra inacabada de Eric Shanower, dedicada a la historia de la guerra de Troya. Un interesante trabajo que ha merecido uno de los premios más prestigiosos del mundo del cómic (el Eisner en 2001) y en el que, como indica el autor en el prólogo de su obra acepta el desafío de "convertir todas aquellas versiones diferentes [de la guerra y la mitología griega] en una única trama argumental continua y coherente" y de conseguir un dibujo que recreara de manera correcta el momento histórico que trata.
La Edad de Bronce es el título de la obra, con dos arcos argumentales de 3 volúmenes cada uno: "Mil naves" y "Sacrificio". Aproximadamente 400 páginas de imágenes en blanco y negro, varios glosarios, entrevista con el autor, mapa... y todo un compendio de mitología.

 

Shanower, Eric. La Edad de Bronce. Sant Adriá del Besós: Azake, 2003-2005. 6 v. ISBN 84-932852-7-7 (o.c.).

 

Podéis ver todas las cubiertas (y algunas cosas más) en http://www.gisicomforo.com/showthread.php?
t=9600

 

Su página web oficial: http://age-of-bronze.com/aob/index.shtml (parece que ha publicado un 7º volumen9

Emilia Gamarra

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Emilia Gamarra - 23-10-2008 - 19:39:43h

Iliada / Homero ; traducción de Emilio Crespo ; prólogo de Carlos García Gual
Barcelona : RBA, 2008
preciosa y precisa traducción de un traduttore que no será jamás traditore.
para Mª Jesus del Olmo: en Pomeroy, Sarah B.
Pomeroy, Sarah B.
Goddesses, whores, wives and slaves : women in classical antiquity / Sarah B. Pomeroy
London : Hale, 1976
y
Women in antiquity / Charles Seltman
London : Thames & Hudson, 1956
en Esparta las mujeres gozaban de una libertad y poder casi completos debido a que no existía la propiedad privada!

Marina Arana

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Marina Arana - 23-10-2008 - 11:40:41h

Lo primero es agradecer a Ana Isabel su magnífica colaboración, tan sabia y entretenida a la vez.

 

Como contrapunto a la Ilíada en todos los aspectos, podeis leer (después de haberlo hecho con la obra original) Casandra de Christa Wolf.
Además de presentar el punto de vista de los troyanos, es la población, digamos civil; las mujeres concretamente, la protagonista de la historia.
Recuerdo que al leer la Ilíada de joven, casi
adolescente, la épica deslumbra mucho y la obra de Wolf es totalmente desmitificadora, casi demasiado. A veces, parece que interpreta la Antigüedad con criterios y sentimientos del siglo XX (¿o son intemporales?). Pero ahí está el interés del asunto, el arte hace mentira con la verdad y verdad con la mentira. Así nos pone frente a distorsiones que hacen ver con más claridad un trasfondo hasta entonces oculto. Después de comparar la obra original con la secuela moderna, el lector puede verse tentado a tomar partido por uno u otro bando (griegos-troyanos; belicistas-pacifistas; hombres-mujeres), o lo más sensato, a declararse neutral.

Maria Jesus del Olmo

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Maria Jesus del Olmo - 22-10-2008 - 15:41:47h

Precisamente este verano he leído la Iliada y la Odisea, así de mayor, no en las versiones resumidas que nos daban en el colegio. Me hubiera gustado disponer antes de toda esta sabiduría que transmite Ana Isabel Rábade, pero la lectura en sí es un grandísimo placer, enorme, que también recomiendo. Como puritita lectora me llamó la atención de la Iliada su concepto del valor y de la cobardía, tan distinto al nuestro: los guerreros matan por la espalda, huyen tranquilamente si lo ven turbio y lloran muchísimas veces, a lágrima viva y a voces. Pero hay otras cosas curiosas para el lector de hoy día, como el papel de la mujer que refleja la Iliada: la mujer es un objeto más de la propiedad del varón, y se otorga como un premio más a los ganadores de juegos atléticos, entre trípodes y talentos de oro. Curioso verlo así, tan claro; sobre todo comparado con la profunda amistad que sienten los guerreros entre sí. Además me parece destacable la importancia de la gloria, la fama y la memoria, algo que tan importante ha sido en nuestra civilización. Otra cosa que me pareció sorprendente es la caracterización de los dioses como seres mezquinos y crueles, tan "humanos" y la tremenda fuerza de las continuas comparaciones, cierto debe ser que mucho perdemos los que no sabemos ni jota de griego... Leí una traducción antigua que me encantó, la de Luis Segalá. No dejéis de correr a los estantes y leer o releer la Iliada.

Javier García García

1
Javier García García - 22-10-2008 - 14:51:25h

Gracias por este estupendo "post".


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