En los Estados Unidos no ha habido un solo día desde 1619 en que no se haya esclavizado a alguien (p. 968. Luis CdeBaca, coordinador de la lucha contra el tráfico de personas y contra la esclavitud del Gobierno de los EE.UU.)
Josep Fontana siempre ha supuesto para mí un destello de lucidez. Desde su magnífica La quiebra de la monarquía absoluta: 1814-1820 a la desmitificadora Europa ante el espejo, pasando por las más áridas pero no menos interesantes defensas de la historia frente a la historiografía más tradicional o directamente retrógrada: Historia: análisis del pasado y proyecto social y La historia de los hombres; por no hablar de La historia después del fin de la historia, que se inicia mencionando la simplista y pueril obra de Fukuyama.
Ahora, con 81 años, ha escrito Por el bien del Imperio: una historia del mundo desde 1945, un resumen de ese periodo de la historia de nuestro planeta, cuyos acontecimientos no producen sino vergüenza.
En una reveladora y sintética introducción nos adentra en lo que va a ser la obra, intentando responder por qué no se cumplieron aquellas promesas que los aliados hicieron en 1941 de conseguir un mundo en paz, sin miedo ni pobreza y con libertad para elegir cómo gobernarse. Que no hace sino desvelar que en el momento en el que se cuenta con más posibilidades técnicas nos comportamos peor que en la utópica época de las cavernas. Como muestra un botón: algunos de los principales fondos de inversión basan su negocio y beneficio en llevar a los tribunales a países pobres que habían buscado condonar su deuda y han dejado de pagarla. "En vías de desarrollo" es un eufemismo (sarcasmo dice él).
A lo largo de casi 1000 páginas de texto, apoyadas en 42 de índice alfabético y 203 de notas bibliográficas muy concentradas (me han servido por ejemplo, para reencontrarme con la visión siempre diferente de Joanna Bourke) nos va desvelando las mentiras de la guerra fría, los delirios de buena parte de los dirigentes de cualquier signo, los millones y millones de vidas perdidas como daños colaterales de las ánsias de poder, de la ambición, del sometimiento del otro... Muertos por trazar una carretera, instaurar una base militar (865 tiene EE.UU. por todo el mundo), conseguir el petróleo más barato, responder a una estrategia inventada en un despacho, porque los dirigentes son al mismo tiempo los empresarios beneficiados por la guerra, porque puedo obtener un negocio floreciente adueñándome de determinadas reservas, de determinadas tierras, o creando un plan de desarrollo que jamás tendrá éxito... Destacan quienes se han erigido en defensores de los valores unilateralmente considerados como universales y, a pesar de todo, incumplidos.
Son 19 capítulos en los que viajará en el tiempo y en el espacio recorriendo las diferentes áreas de nuestro planeta casi siempre en permanente conflicto. Lógicamente, tiene un papel central Estados Unidos, como poder hegemónico y protagonista en todos los acontecimientos del periodo. Un poder que -como todos- quiere mantenerse: "Tenemos dos opciones. O cambiamos la forma en que vivimos o cambiamos la forma en que viven los otros. Hemos escogido esta última opción" (Donald Rumsfeld, p. 13). Se habla también de sus presidentes, con perfiles en ocasiones sorprendentes o insospechados.
La obra llega hasta 2011 lo que permite describir los cambios en los mapas políticos de los últimos tiempos, como los ocurridos en Europa, en la antigua Unión Soviética (muy reveladores de lo que supone el mundo real de la política, la economía...). Es el momento en el que las desigualdades sociales, lejos de reducirse han aumentado, especialmente en aquellos lugares en los que teóricamente la situación era más benévola; en el que algunos movimientos ciudadanos llevan la esperanza a sus países, que más pronto que tarde será traicionada. Y también en el que se recogen los resultados de las cosechas sembradas anteriormente, entre ellas la de la desregularización de los mercados financieros que permite que la mayor parte de las transacciones económicas del mundo no tengan ningún resultado como creadoras de riqueza, más bien lo contrario.