El álbum ilustrado es aquel tipo de libro en el que texto e ilustración interactúan para crear un todo narrativo. Pertenece por derecho y casi en exclusividad a la tan denostada literatura infantil y juvenil, y es precisamente con este tipo de libros con los que el género aporta a la Literatura con mayúsculas algunos de sus mejores ejemplares. Entre otras cosas, el álbum permite contar grandes historias con una sorprendente economía de elementos. Sin embargo, muy pocos autores han logrado una narración donde la simplicidad sea meditada o significativa. Sólo algunas de las grandes obras maestras del álbum ilustrado consiguen partir de una pequeña historia, utilizar los recursos más sencillos y llegar a una gran y hermosa narración cuyo significado resulta ser universal.
Curiosamente, el género autobiográfico en el libro álbum ha dado algunos ejemplos de este buen hacer. A El libro triste, de Michael Rosen; Cocina de noche, de Sendak; Mejillas rojas, de Janisch; o Emigrantes, de Shaun Tan, se suma ahora este bellísimo relato de Uri Shulevitz, donde el autor polaco da muestras de su gran maestría en el manejo del lenguaje del álbum. La guerra, la muerte de un ser querido, el exilio o los temores propios de la infancia son algunos de los temas recurrentes en la autobiografías, que barnizan el cuento de un sentir melancólico, aunque como buenos relatos para niños, también son historias surrealistas, divertidas, optimistas... En Cómo aprendí geografía la nota de color a la guerra y el hambre la aporta el mapa que el padre del autor trae una noche al refugio familiar, después de haber intentado en vano conseguir algo de pan. Al resentimiento inicial del niño le sigue un viaje maravilloso alrededor del mundo, en el todo aquello que ocurre en la imaginación acaba imponiéndose en las páginas, llenándolas de vida y de alegra, como ocurriera en su momento en el país de los monstruos de Maurice Sendak.
Shulevitz utiliza sólo las palabras imprescindibles, sólo imágenes de trazo sencillo, pero dotadas de gran poder narrativo, llenas de sugerencias, portadoras de grandes sentimientos. La limpieza de cada una de las páginas de este libro álbum delatan una gran labor de simplificación, de reducción de lo superfluo a lo esencial. Una historia sin pretensiones, significativa de forma íntima para su autor, pero también de forma universal para el lector de toda condición, que en pocas palabras comprende lo que allí se narra, aprende la importancia de las cosas pequeñas y de lo aparentemente insignificante.