Los enamoramientos, del autor español Javier Marías, es una novela excelente. Es la historia de un crimen pero no es una novela negra. Yo la definiría como una novela de lenguaje. Y como una novela sobre la impunidad.
La descripción que aparece en el blog javiermariasblog: blog de la web de javiermarias.es, me parece una acertadísima descripción de esta novela de Javier Marías, la última publicada, y quizá la más original desde la ya lejana Todas las almas.
"La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última vez que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida y jamás había cruzado con él una palabra".
Este comienzo me parece uno de los más originales y afortunados de los últimos tiempos, comparable, en mi opinión, a "En un lugar de la Mancha..." O a "Es una verdad universalmente aceptada..."
El lenguaje es la principal virtud de Javier Marías como escritor, sin resultar excesivamente profundo, a pesar de obligar al lector a una mayor concentración y reflexión. Su manejo del lenguaje es tal que podría escribir todo un libro sin tema, tan solo moldeando el lenguaje, plegándolo y estirándolo; el lenguaje es su territorio, su río, y se mueve por ellos con gusto y soltura, y todo ello sin resultar aburrido o excesivamente farragoso. La riqueza de nuestra lengua es aprovechada ampliamente por este autor sin renunciar al uso de otras lenguas que conoce y maneja con soltura. Pero en esta obra sí que hay trama, una trama sencilla y fácilmente comprensible, con muy pocos personajes, que la convierten en una de las obras aparentemente más fáciles de la bibliografía del escritor, a pesar de de estar llena de soliloquios y reflexiones, y de carecer casi por completo de diálogos. Nos deleita con juegos literarios con obras de la literatura clásica francesa, especialmente una breve narración de Balzac, El coronel Chabert, a la que recurre continuamente a lo largo de su novela.
Es una novela, una más, escrita en primera persona. La novedad es que la conductora, la que lleva el hilo narrativo, es mujer. Y no lo hace mal Marías, en mi opinión, sale muy airoso de la prueba.
Pero es también una novela de amor. Sus personajes aman o son amados con pasión, con ternura, con desesperación. Marías reflexiona sobre el estado de enamoramiento, el que nos desarma y nos deja fuera de juego, el que es "universalmente aceptado" como algo bueno e incluso redentor, aunque muchas veces justifica casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también los mayores crímenes y ruindades.
Y además de todo lo anterior, esta novela trata sobre la impunidad, ampliamente defendida por el autor que, quizá por su propia experiencia, recela de los chivatos, de los delatores, y que poco a poco nos lleva desde lo trivial a lo realmente monstruoso. Los hechos son observados, sentidos y reflexionados desde la conciencia. No sé, creo que esta actitud del autor, a través de su personaje principal, es quizá el punto más débil de la trama. Vale que no delatemos al compañero de colegio ante el director, o que no delatemos a alguien que fuma en un local cerrado, o que no hagamos fotos a los conductores que violan el código de la circulación para enviarlas a la policía, pero creo firmemente que hay que delatar a un maltratador, a un violador. ¿Podríamos consentir que alguien a quien conocemos y apreciamos pueda vivir con el asesino de su amor?