Publicada en 1945, "A la caza del amor" de la escritora inglesa Nancy Mitford, narra la historia de los Radlets, una familia aristocrática británica, a través de los ojos de Fanny Logan, su prima, que nos relata sus aventuras y desventuras, en especial las de su mejor amiga Linda Radlet. Los Radlets pertenecen a la vieja aristocracia del campo, la de la caza del zorro, la del odio a los extranjeros y a los católicos, la de la profunda desconfianza a la alta burguesía adinerada. Como buenos británicos, son muy, muy excéntricos y viven en un mundo propio y exclusivo, que poco a poco se va desintegrando. Nancy Mitford, que creció en este ambiente, lo retrata de manera muy perspicaz e ingeniosa, creando además una evocación de su propia infancia y juventud, de una manera satírica y muy divertida pero a la vez triste y llena de nostalgia por un tiempo ya ido y que pronto será olvidado.
Mitford, recuperó a sus personajes en varias novelas más: "No se lo digas a Alfred", en la que se ocupa de la tercera generación de Radlets y, la más famosa, "Amor en clima frío" (que prestó su nombre a "A la caza del amor" en sus adaptaciones televisivas). Otro libro delicioso de esta escritora es "La bendición" donde sigue a las clases altas en el París de la posguerra. Todos ellos han sido publicados recientemente por Libros del Asteroide.
Y si los Radlets os parecen excéntricos y os ha gustado este retrato de las aristocracia británica durante la primera mitad del siglo pasado, podéis leer la verdadera historia de Nancy Mitford y sus hermanas en el libro de la autora francesa Annick Le Floc'hmoan "Las hermanas Mitford" (Circe, 2006): Diana, la segunda, ferviente seguidora de Hitler, lo mismo que la tercera, Unity, que además se enamoró de él; Jessica, que se hizo comunista, y la más pequeña y que todavía vive, Debo, casada con el duque de Devonshire, uno de los aristócratas británicos más ricos.
Algunos dicen que Nancy Mitford no tenía imaginación y que se limitaba a contar sus propias experiencias y las de su círculo, pero sinceramente, ni falta que le hacía.