De Si ya no estás aquí, ¿qué hago yo sentada en tu tejado?
Camino despacio mirando mi sombra de reojo;
no quiero perderla tras los lametones del sol
de este septiembre que se me hace
casi imposible.
La lengua de la tarde que cae
se desliza por las calles de Madrid...
y me acuerdo de tu risa de ayer.
Hago equilibrios sobre las primeras
hojas del otoño que han olvidado
tu voz y se ríen al contacto con mis pasos.
Mientras, ellos siguen ajenos al sabor
de la rutina en sus bocas.