Cuando algunos personajes de un relato se vuelven incontrolables, no queda más que contemplar lo que hacen y contarle al lector sus andanzas.
Uno de los personajes de una novela que escribo es incontrolable, caprichoso. Ha empezado a tomar su propio camino. Simplemente lo sigo. Y describo lo que hace.
Este personaje ya piensa por sí mismo. Solo copio sus diálogos.
En otras narraciones había podido controlar a los personajes principales. Pero este no se deja.
Había leído a algunos escritores que les ocurría esto que cuento. Pensaba que era mentira.
Este personaje incontrolable tenía sus características sicológicas definidas. Era testarudo y muy duro de sentimientos.
Sin embargo, al mirar a esa mujer que se le hacían hoyuelos en las mejillas mostró lo que realmente es: un sentimental.
Tanto lo cautivó la dama de curvas que se asomaban abajo del vetido lila que perdió el apetido y el sueño. Ahora no sé qué va a pasar con él. Me dedicaré a seguirlo y a contar lo que hace. Si pierde el juicio ya te lo diré.
¿A ti también te ha llegado a ocurrir que tus personajes simplemente caminen solos y que solo te dediques a describir lo que hacen?