Tercera vez que lee
y que no lo entiende,
los renglones se mueven
y sus tripas también:
¡dos y dos no son cuatro!
El lápiz masticado
y pensar en comer,
no ser como los otros,
volver a suspender:
¡dos y dos no son cuatro!
Ganas de aprender
repasar en la cena,
hambre de colacao,
acostarse cansada:
¡dos y dos no son cuatro!
En el colegio público
se la echa de menos,
los días encharcados
cuando los perros sueñan:
¡dos y dos no son cuatro!