Crisantemos, Col. Edic. de Autor, A.P.P., Madrid, 1982.
Crisantemos se presentó en el gran salón del Ateneo de Madrid en 1982, en un espectáculo de ambientación japonesa (ikebana, concierto de koto, danzas, música, proyecciones) con la ayuda de Masako Kawabata, Akio Mizusawa, Yoshie Sakai y Tomoko Nagata; Yuki Prieto Abe leyó en japonés los dísticos de Fumío Haruyama; Alberto Aguila preparó el montaje audovisual; Emilio Prieto realizó un origami con un crisantemo, que se distribuyó entre los asistentes. Yoko Nakagoni hizo un caligrama para la primera edición, en la que había antiguos grabados japoneses prestados por Alberto Baeza Flores, y un poema inédito de Jorge Guillén, enviado por su autor para la edición.
Introducción
En 1982 convocamos en Prometeo la I Feria de la Poesía, que se desarrolló durante nuve días en la madrileña Plaza de Colón. Miles de personas asistieron a los talleres, casetas con editores, recitales, exposición de poemas en gran formato. Hermoso el resultado, pero cuya gestación nos dio mucho trabajo.
Durante un descanso, escribí de modo automático, en una carpeta que tenía entre las manos, el primer verso del poemario. Y siguió, a lo largo de dos meses, el resto de los trece poemas que contiene, más los "dísticos" de Fumío Haruyama que por primera vez aparecen en mi poesia y que preceden a cada poema. Mis puntos de vista sobre el resultado se contienen en las diversas notas y prólogos que se reproducen en las "Notas" finales. Y nada los ha hecho variar. Ni mi apreciación de Crisantemos como el génesis remoto de mi actual punto de vista sobre qué sea poesía.
Presentación, en los programas de mano, Ateneo de Madrid, 1982
En Crisantemos he pretendido concentrar mi propia experiencia de vida y mis premoniciones de futuro en un cuadro que va desde la juventud que todo espera a la serena y esperanzada aceptación de lo por venir.
También Crisantemos es un intento de conciliación entre mi poesía occidental y el profundo sentimiento de evocación, del silencio como forma expresiva, de la fusión entre los elementos de la naturaleza y del hombre, que la lírica japonesa contiene.
Para la presentación del libro he querido hacer, con la conjunción de poesía y elementos plásticos ¾fotografía, música, danza, flores, origami¾ un homenaje a esa fuente de constante inspiración que es el Oriente, y un ensayo de dar a la presentación de la poesía una dimensión más abierta y comunicante.
Debo agradecer su comprensión y ayuda a tantas personas, en especial a mis nuevos amigos japoneses, que me han animado y sostenido en esta oportunidad para la presentación de un libro que es resultado de preocupada decantación.
Nota previa a la edición en Poesía, Vol. 2, Madrid, 1998
Los poemas de Crisantemos fueron escritos entre 1981 y 1982, para Ángela Reyes. Algo inusual fue que enviara un borrador del libro un grupo de poetas y críticos amigos, varias de cuyas sugerencias se recogieron en la primera edición; a ellos sigo muy agradecido.
Crisantemos es un libro atípico en el conjunto de mi obra. Su fuerte carga de simbolismo -aunque en algunos poemas con alegorías coyunturales- fue desarrollándose a medida que escribía sus trece poemas.
¿Qué es para mí el "crisantemo", a veces escrito con mayúscula? Su oscuro y polisémico simbolismo tiene que ver con el anhelo de perfección individual, con el amor compartido, con ese "paraíso perdido" que intuye convivencialmente Jorge Guillén en el hermoso poema que me envió para el libro. Pero quizás pertenece al lector la elección. En todo caso, hay ecos premonitorios en varios de los poemas de otros libros anteriores (Tiempo prestado, La suma imposible). Y, a su vez, Crisantemos ha influido mucho en mis poemas posteriores más personales.
Precede a cada poema (...) un dístico, versión mía de Fumío Haruyama.
Notas a la edición en Poesía, Vol. 2 (1998)
(...) Pocas modificaciones he hecho en los poemas de Crisantemos desde su primera edición, seguramente porque su génesis partió de presupuestos 'de intuición poética' más que de una posición conceptual. El primer poema, "Hoy bajan a tus hombros", fue escrito en la Plaza de Colón, en un descanso en los preparativos para la I Feria de la Poesía. Me gustó el verso automático en el que los crisantemos bajaban a los hombros de Angela Reyes, sentada a mi lado, y decidí, sin tener muy clara la idea de lo que fuesen, hacer una serie sobre el tema. Serie que luego, como suele ocurrir, nada tuvo que ver con el impulso original, salvo el ir centrándose más y más en una oscura simbología del crisantemo (desde luego, nada que ver con su habitual ¾en Occidente¾ relación con la muerte).
No creo que merezca la pena explicitar detalles de los restantes poemas, que se entienden ¾o no se entienden¾ dentro del contexto de lo arriba dicho; todos ellos pertenecen a un mismo 'estado poético', que se concreta en uno de mis trabajos preferidos en poesía.
Ocho poemas (1982)
¿Acaso reirás
en la hora sangrienta de la guerra?
Fumío Haruyama
Hoy bajan a tus hombros
crisantemos.
Llegan, se anuncian, dicen hola
-crisantemos-,
dicen recuerda y vuélvete a la vida,
hubo tal vez distancias
o besos con sabor
a crisantemos.
Y pájaros amargos, aves ciegas
en bandada emigrante.
Te nazco hacia el futuro
y los pulsos me gritan
-crisantemos-
temblando de ansiedad.
Hoy me acuerdo de vientos y de lenguas,
echo el ancla, decido,
rompo espejos y cartas,
despierto crisantemos.
El sol se ahoga
detrás de las islas cada tarde.
Fumío Haruyama
Vuelvo de ti hacia ti.
Crisantemos abiertos de repente
acuchillan su pánico al oído.
Por debajo del aire
se va dorando el agua con su polen.
No se escapan, no alcanzan.
El viento de la tarde
amansa los espejos.
Voy llegando,
pero el tiempo,
ceramista maníaco del hombre,
bebe de un sorbo el día.
En medio de las sombras,
como gato cegado, busco a tientas
signos propicios en tu cuerpo.
Al llegar la mañana
crisantemos triunfales resucitan.
"Crisantemos 2" fue musicalizado por la compositora Alicia Santos Santos, y estrenado en el I Concierto "Música y Poesía" de la A.P.P., en la Casa de Cultura de Caja Madrid, Alcalá de Henares, el 8 de junio de 1984.
De pronto
la nieve cubrió los campos.
Fumío Haruyama
Hasta la madrugada
lloré mis crisantemos.
Habíamos perdido,
se deshojaban y caían.
El hombre de la calle
agostaba sus pétalos.
¡No sigáis el sendero! ¡Está vacío!
Aun más, no hay ya sendero,
ni siquiera la fe de caminarlo.
(Era el sonido tenue de la lágrima
rodando en la penumbra.
Era el rencor, el ansia, el grito).
Vuelvo a sembrar, despacio.
Aspiro el aire que me queda,
limpio mi cuentagotas.
Ansiosamente,
me acodo en la ventana
para ver retoñar los crisantemos.
Tiembla la luna de octubre
sobre los crisantemos.
Fumío Haruyama
"¿Veis de la suave loma,
a lo lejos, el tapiz dorado?
Son mis campos, que cubren
al fin los crisantemos.
Desde que el Fuji blanqueó su cima
esperaba impaciente.
Ríos fueron las nieves,
llenaron mariposas el estío,
recogimos los frutos.
Y con la luna grande del otoño
mis crisantemos nacen."
Contra el hambre afilada
aprieta el labrador su débil manto.