Premio Gabriela Mistral, 2000
Santiago de Chile, 2002
En memorial de Miguel Ángel Hortal (1975-1995)
Cabe las naves yace un cadáver
no llorado aún, no inhumado,
Patroclo a quien yo no olvidaré
en tanto me encuentre entre los vivos
y mis rodillas se puedan mover;
y aunque en el Hades
los muertos no recuerden, no obstante,
yo incluso allí he de acordarme
de mi querido amigo y compañero.
Ilíada, XXII.
Moneda de los Muertos
28 de febrero de 1995.
Hoy llegué a mi casa.
Hace cinco días
Tú llegaste a casa.
Yo, Caronte, te llevé.
***
A 5 años de su muerte. 23 de febrero de 2000.
La sangre
que corrió por esta cara,
este cuerpo,
mientras en mis brazos,
tu morías,
ha formado una nueva piel.
Una piel ardiente,
que purifica
y consume.
Hermanos de sangre
llegamos a ser, amigo,
en la noche.
Queja
23 de Abril de 2000.
Has vencido a la muerte
pero no al tiempo.
Yo no quiero resucitar a la vida eterna,
lo que deseo es regresar
al bosque de musgo y araucaria;
su brazo en mi hombro
y sonriendo a la cámara.
12 x 7 sílabas
2000
Mírame con ternura
Ignorando la sombra:
Grita en el vacío,
Ungido con cenizas,
El símbolo que sordo
Lamenta su memoria.
Ante tu virgen muerte
No habrá más sonido.
Guarden este secreto:
Epitafio es mi voz,
Lo que calla el trueno.
Huella de tu ausencia.
El tripulante querría ser pasajero
23 de febrero de 2001
Los años pasan y cansan pero no se agota
la nostalgia cuando otro más se va, o se queda
en esta piel que resiente tu ausencia (habitante
del aire marino, abrasivo de sal y memorias que regresan
desde la otra orilla de la Estigia) Dime
¿Cuándo te volveré a ver? Dime
¿Cuándo me responderás? Estoy cansado
de verte entre sombras y escucharte en el viento,
deseo estar a tu lado
para que juntos naveguemos,
ya sin rumbo ni bitácora.
Mastaba
Necrópolis de Pamukkale, Junio 2001.
He tallado y tallaré aún
veinte columnas para alzar tu nombre
(pregunta que oculta su respuesta)
por sobre los escombros del olvido.
Novísimos
23 de febrero de 2002
Sacramentos de la calígine consagro
tu muerte, mi juicio y este infierno.
Liturgia que desespera la postrera gloria
y proclama la noche larga.
Ven
y niega mis palabras.