La escritura de Las palabras perdidas (y otros poemas) es una poesía enunciativa, esencial, sin abalorios, surgida de una contemplación de la realidad sin intermediarios, de una mirada serena que capta el "aroma de lo más cotidiano", el "contenido hervor" de los momentos, el "gozo inexplicable de un eterno comienzo". Es una poesía condensada y suave, con el silencio y la cadencia de algunas brevec composiciones orientales.
Es una poesía condensada y suave, con el silencio y la cadencia de algunas breves composiciones orientales. El libro consta de dos partes: "Las palabra perdidas" y "El tiempo detenido".
La primera parte son monólogos de personajes históricos o literarios (César Bruto; El sufrimiento de Laocoonte; Moisés; David se despoja de principios morales; Pnélope; Camino de Damasco; La tentación de San Antonio; Narciso ante la fuente esperanzado; El lamento de Petrarca; Noli me tangere; La castidad de José; Flora de Trevelez a su falso amante; Discóbolo y Aparición a María Magdalena).
La segunda parte, son composiciones breves que reflejan momentos de plenitud o de iluminanción.
Ficha del libro en la editorial
Madrid, Editorial Verbum, 2002.
César a Bruto
Me miras como si quisiera penetrar en mí
y tus ojos
-de infantil transparencia contrariada-
se clavan en los míos con angustioso anhelo
con toda la desesperación que no sabes, Bruto,
de otro modo expresar.
Y me compadezco de ti
inocente hijo mío
de tu inefable deseo
de esa implacable fiebre con que intentas
-con nunca suficiente afilado cuchillo-
arrebatarme el aliento
fundirte con mi esencia
ser yo mismo.
El sufrimiento de Laocoonte
Más
-mucho más-
me hiere vuestra duda,
habitantes de Troya
amados míos
Mil veces la serpiente se vengue
mil veces me torture
mil veces me venza
y aun me mate
que mucho más doloroso
-que sólo isoportable-
me es vuestro recelo.
Noli me tangere
No te me acerques
no sea que este roce
desdibuje tu fuerza.
Déjame que te mire
que contemple tu unicidad perfecta.
Ofréceme la distancis
la respuesta...
La castidad de José
Excúsame
bellísima mujer enardecida
si no tomo la fuerza que me ofreces.
Hermoso es tu coraje:
mas no mío
detén, pues, tu dulce red
libera mi paso de los suaves tobillos que lo enlazan
y templa
-te lo ruego-
ese arrojo viril que te domina
que yo amo en ti el valor de buscarme lejano
y el orgullo
de saberte aun más bella sin mis brazos en torno.
Asturias
Al amanecer
la humedad se hace seno
de acogedores vuelos
y la niebla dibuja
la falta de confín.
La cantina de "El vasco"
El humo del café se despereza
en la oblicua luz de la vidriera
mientras una acogedora música suave
dibula en el salón
la radiante quietud de la mañana.
Génova. Mercado central
En medio del estrépito
las frutas y verduras
retienen el silencio.
Residencia de Estudiantes
Llueve.
Y sin embargo tu luz.
Toscana
porque el otoño
porque el verde
el rojo
el amarillo
porque en las suaves colinas los cipreses.
Camposanto de Pisa
Abandonado
frío
curado de toda vanagloria.
Carta
Cuánto silencio en esos trazos,
negros.
Transgroelandia 1986
Blanco y desnudo hielo imán
bruma o vértigo
camino.
Olvido
Simplemente un vacío
en la memoria fiel de cada día.
(después de una conversación telefónica)
Una inyección de envidia,
tu paseo en la playa.
Oleada de vida
que sospecho lejana.
Sillas griegas
Quizá pasaba el tiempo aquellos días,
cuando sólo la luz.
Verbi gratia (paseos nocturnos)
Como cuando me embriago de noche
y recorro las calles
sin pensar
sintiendo solo un aroma de vida en los rincones.