Madrid, Ed. Nuevo Sendero, 1979
Y la palabra se hizo mundo y nadie más la ha pronunciado
"Los límites de mi mundo eran los del lenguaje". Pero aquel lenguaje no tenía fronteras. / Nadie juega ya en el Paraíso. / Ya no quedan dioses ociosos. / Sus epígonos --los poetas-- heredaron la palabra, pero perdieron la magia originaria. / Nadie juega ya en el Paraíso. / Vosotros, sabios, que explicáis todo, decidme: ¿cuál es ese camino, cuál ese destino y qué clase de fuerza necesitamos para volver a pronunciar la palabra por vez primera?. Decidme: ¿dónde se esconden los dioses o si ciertamente los habéis matado, como rezan vuestras proclamas?. / Vosotros, teólogos, vosotros, creyentes de cualquier signo, decidme: ¿cómo recuperar el tiempo y aquel espacio primigenio?. Decidme si aún es posible huir de este otro tiempo, cárcel de la historia. / Nadie juega ya en el Paraíso