Madid, Ed. Akal,1983.
Ponerse al descubierto, al alcance de cualquiera, cuando todo el mundo acecha alrededor, es una temeridad, un enorme error. Pero la vida se construye a golpes y la mía no iba a ser una excepción. Hace tiempo que se me citara y por ello vengo obligado a presentarme, en calidad de acusado y contra mi propio proyecto, ante un extraño tribunal cuya composición y competencia desconozco. Yo no sé quiénes sean mis acusadores, ni si realmente hay alguien que en su día llegue a tiempo de defenderme. Sólo se me ha informado de la expectativa ambiente, algo tan habitual que me pasaba desapercibido.
Con la publicación de este libro no caigo en error menos o más grave que el que pudiera cometer eso otro investigador anónimo a quien se sorprende en camino y quien por ello, acorralado primero e inseguro a continuación, se apresura a fijar, de una vez por todas, los límites de su Ítaca. Porque, en definitiva, sé que esta mi letra impresa --la expresión inmóvil que me cosifica, como a los dioses o a los muertos-- va a convertirse, en manos de los otros, en mi enemigo más temido. Mi palabra --¡oh costosa y preciada producción!-- es vida, o mejor, pervivo en la palabra que pronuncie en ese preciso momento y en esa ocasión propicia: Todo un canto a la palabra nunca escrita, la imagen irreproducible, al deseo insatisfecho, el proyecto inacabado ... tentativas otras de supervivencia. (De la Presentación)