Poema inédito
Hijo de Caín, vampiro entre
los vampiros, contigo los sueños
manchan de sangre mis vestidos.
Ya oigo los pasos vigilantes,
el terror que amenaza las calles,
Ya se puede oír a las gentes
¡Ahí van los streltsí salvajes!
Cabe menos esperar que
Algún verso entre las olas
Quedará, pues las letras
Rebosan en fechas,
las palabras en cadáveres.
Recuerden, Recuerden,
Conquistas como la de Kazán,
Astrakán, valle del Volga,
Recuerden, Recuerden
Devastaciones de ciudades libres,
Iconos de pinturas en la Catedral de San Jorge ,
Daumantas queda fuera de su historia.
Recuerden, Recuerden,
La maldición primogénita de Cronos
duerme en el lecho de su tumba
Un pasado oscuro que amenaza,
Pues un presente tiene huellas
más antiguas que su sable.
Iván, grande en nombre ,
pero tan pequeño como hombre.
Como a todos, la perspectiva cegó tus ojos
Tu tragedia, la de cualquier poeta clásico,
Tus palabras las de cualquier poeta olvidado.
Y así, Iván, con el miedo
llegó tu nombre al papel de la historia,
al papel del verso pintando,
a la imagen de un cinematógrafo
Iván, enfermedad de los hombres.
¿Hay que ser esclavo del esclavista?
¿Hay que ser el Dios del Hades?
Tantos epítetos nuevos,
tantos rostros viejos.
Pero, aquí la respuesta está,
que es verdad, que todo bufón
ha de encontrarse con su fallo
en la desgracia final.
¿Quién de todos ha de ser bufón
y quién terrible?
Vanora Miranda