¡Mátame, Vida! ¡Mátame!
Que espero sentada las respuestas a la nada.
Niña entre las mujeres y mujer entre las niñas,
llorando entre papeles sentencias ilegítimas.
¡Mátame, Vida! ¡Mátame!
Me ahogaré si no en el nombre de los nadies.
Sabiendo que no soy nada, sigo siendo;
sabiendo del ser, sin serlo.
¡Mátame, Vida! ¡Mátame!
Parece que esta vida es la tumba abierta
esperando la putrefacción del cuerpo.
¡Qué gran estafa el conocimiento!
¡Mátame, Vida! ¡Mátame!
Que no puedo seguir observando cómo pasa el tiempo.
Ya no sueño, vendí mi licencia a los cuentos.
Siempre cucaracha bañada en miedos.
¡Mátame, Vida! ¡Mátame!
¿Acaso mi muerte es esta?
¿La asfixia de sobredosis de sueños?
Realidades que recuerdan a kafkianas pesadillas
¡Mátame, Vida! ¡Mátame!
Letal autodestrucción entre ladrillos.
Estruendosos gritos en paredes
que solo codifican una palabra: nada.
Vanora Miranda