Cerilla. Se ha convertido en una cerilla.
¿La ves? La veo.
Es la abyecta Anciana
que carcome a Beatriz,
a la rosa enferma de Blake.
Fulera, madre edípica,
¡déjame echar tinta a la Tierra!
¡Vulgar rapto de Sophia ante nuestras manos!
Anciana, arcaica...
Bruja ciega y su paraguas de chucherías.
Es mi fiebre su séquito de ranas:
Todas con su bisturí como penes.
Y a sus hembras, las dejo en el olvido.
Anciana, Caperucita en azul o rojo, ¡estafadora!
Te gusta comérsela al lobo.
Misógino Freud, que mi envidia no es la longitud,
sino la vagina con poder. Pero, ¡mírala!
Engrandeces a las arrugadas envenenadas,
podridas sin necesidad de manzanas y
encadenadas al olor fétido de las mentiras.
¡Desgraciada Anciana! ¡Desgraciada!
El Barbazul que te acompaña
confía demasiado en su llave mágica.
Mil veces podrá bañarse de sangre,
que de ello vivimos y morimos defendiendo.
¡No culpéis al pueblo por la menopausia de la Anciana!
Tampoco culpes, tú, Anciana
los que gritan: ¡Queremos una fértil!
Siempre subestimando a los que llevan siglos
trabajando el vientre en silencio.
Ahora grito, ellos gritan:
¡Fuera, fuera su apócrifo vientre!
En el escaparate popular
se regocija ella día a día.
Después, la limpieza lagrimal
del viscoso camino de sus ranas.
¡Fuera esa asquerosa Anciana!
¡Qué quiero terminar con ella!
¡Maldita fulana! ¡Gusano!
Es tan fácil, ¿verdad?
Es muy fácil ....
El odio metamorfosea a cualquier Eva
en el monstruo más odiado...
Transforma la hora en la punta.
Las puntas pasan a Arpías.
Y las Arpías a espinas.
Muere...muere apócrifo vientre.
Si fuera un cuento ya te daba muerte
con tus respectivas perdices.
Vanora Miranda