ambos se tergiversaron en gardenias
empezando la cata de vinos,
la arqueología de huesos prehistóricos;
practicando el oficio de saqueadores de tumbas:
el aguijón comenzó su baile
mientras el volcán desprendía las primeras gotas de lava,
manos esquiadoras hacia la cima de su Everest
que convierte en jugosos mangos con gemidos de rocío;
besos que encarcelan el movimiento,
miradas que producen caravanas en la autopista del cerebro,
se tiran a la mar:
un tornado devora las tránsfugas sábanas,
el pico endurecido olfatea la puerta húmeda,
la mina se deja auscultar como una enferma,
las cremalleras son ahora flamantes pájaros,
¡Ella es la Tierra! ¡plantan en ella un árbol!
meteorito fosforescente en caída libre,
glaciación de glaciaciones,
solo de Hendrix in crescendo,
resurrección de Ra en mariposa Supernova,
elixir del tiempo;
Van Gogh juega a ser cazafantasmas del silencio
desde alguna de las casas de su Noche Estrellada;
Monet, disfrazado de Barbazul frustrado,
desenfoca las brumas y sombras del lenguaje;
Luna alunizada por un adolescente Apollo XI,
cada impulso luminoso de la Fibra Óptica,
lobotomía de pupilas, exorcismo de caricias;
¡ahora! ¡ya! ¡ya mismo!¡el Universo se está creando!
retornar a la placenta;
ambos se tergiversaron en medusas ciegas,
los corales recitan versos,
el interruptor no sabe si está latiendo:
¡Ella es la Tierra!¡ella incuba un árbol!
¡desfibrilador, enfermera!¡carga a 100!
¡Fuera!:
Ella
fibrila.
Vanora Miranda