si no tienes un crimen que contar
poco importa el testamento
la moda de los arcángeles pasó
es néctar de la bilis la estela del soneto
no quiero saber nada de ti
si al hidrógeno no has querido desflorar
si a Epimeteo no has querido matar
si la necrofilia en el sueño no has llegado a practicar
si alma napoleónica no sufres al naufragar
si tan alto como las nebulosas no has llegado a hablar
si con tu ceniza no has deseado al mundo arpar
si con el simple baile de una abeja te llegaste a asustar
si con el corazón de Ricardo piensas al león enterrar
si el lenguaje del cuervo no quisiste dominar
si el rapónchigo te resulta agrio para degustar
no, claro que no,
no quiero saber nada de ti
si no eres Hester Pryne aldulterándose al cura
si no eres Cromwell exterminando el Uster
si no eres La Reina Virgen casándote con Inglarerra
si no eres Felipe II desvanecido de pena por la derrota de su Armada Invencible
si no eres una amazona contra el tiempo
si no eres un niño muerto sin nombre tirado en la playa
si no mueres sin resigna a lo Robespierre en la guillotina
si no deseas ser Poseidón cada vez que nadas el mar
si no rezaste ser sirena para alquilarte un Odiseo de montaña
si el púrpura no se transformó rojo en la distancia
si por el jamás de los jamases llegarías a entrar en el Teatro Mágico
si cuando te dijeron espina tú no viste la radial eléctrica
si no fuiste Príamo en busca del cuerpo de tu Héctor
no, farsante, no
no quiero saber de tu bacteria
si no has sabido llevar el negro con llamas
a los dragones y serpientes de retrovisor en la frente
o el simple hecho de hacer de tu coroza roja la vela del idealismo
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en la brevedad inconsciente
perfumo la dicha disolvente
refugiada otra vez en una especie de Ave María
conjugo las colas de lagartija
descubro los algoritmos de la muerte
admirando aquellos maravillosos sambenitos de la Edad de Bronce.
Vanora Miranda